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Bajo el pretexto de la guerra contra los “narcoterroristas” extranjeros, Trump ha desplegado ocho buques de guerra, varios aviones P-8 de la Armada y un submarino de ataque cerca de las costas venezolanas. Esta enorme fuerza militar ya ha cobrado sus primeras víctimas. Según el gobierno estadounidense, tres pequeñas embarcaciones y sus tripulaciones han sido aniquiladas de manera extrajudicial. Trump amenaza con tomar acciones similares por tierra y aire, y ha fijado en 50 millones de dólares la recompensa por la captura de Nicolás Maduro.

El propósito de esta movilización es el derrocamiento de un régimen que no se ha subordinado descaradamente a la voluntad de EE.UU. y que tiene vínculos con China y Rusia. Es deber de todas las organizaciones obreras defender a Venezuela con un programa independiente al régimen de Maduro y de otros populistas. Este cerco militar también es una medida de control sobre todo el Caribe, así como una advertencia a todos los países de América Latina de que deben alinearse con Trump o atenerse a las consecuencias. Estas agresiones se suman a las terribles sanciones contra Cuba, los aranceles, las deportaciones masivas, la “reconquista” del Canal de Panamá, etc. EE.UU.: ¡manos fuera de Venezuela, el Caribe y toda Latinoamérica!

La clasificación de los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas es una medida que será utilizada contra todo aquel que enfrente, aunque sea mínimamente, a los imperialistas. La presidenta afirma que no aceptará injerencia de EE.UU. en cuestiones de seguridad y que todo se trata de cooperación. Mientras tanto, más de diez mil efectivos estadounidenses han sido movilizados a la frontera, drones y aeronaves sobrevuelan nuestro espacio aéreo, se despliegan buques a aguas territoriales mexicanas y las agencias de seguridad imperialistas operan aquí como si nada. Trump tiene sujeto por el cuello al gobierno de Sheinbaum, y le ha dejado muy claro que puede acusar a muchos políticos mexicanos de nexos con el crimen organizado —incluyendo miembros de Morena— de no aceptar sus condiciones. El memorándum de entendimiento firmado durante la visita de Marco Rubio pisotea la soberanía de México y mina la defensa del país ante los ataques de Trump. Toda la retórica de Sheinbaum de “colaboración sin subordinación” en realidad sirve como hoja de parra para las operaciones de los imperialistas ya en curso. El movimiento obrero y todo militante antiimperialista debe manifestarse y exigir: ¡Fuera DEA, CIA y todas las agencias imperialistas de México!

Las burguesías nacionales de los países latinoamericanos, incluyendo las que buscan resistir (aunque sea tímidamente) a los dictados de EE.UU., son incapaces de acabar con la subordinación y combatir consecuentemente la bota imperialista. Sheinbaum, Petro, Lula y Maduro limitan la lucha contra el imperialismo a sus propios objetivos y métodos, de tal forma que no amenace la propiedad privada; es decir, rechazan aquellas medidas que podrían asestar un golpe más grande y efectivo a los imperialistas. Por lo pronto tienen la hegemonía de la lucha por la liberación nacional y los oprimidos del continente voltean a ellos con esperanzas. Pero al final, buscarán acomodarse al nuevo orden a costa de las masas. Es necesario que los revolucionarios entren a esta refriega como los mejores combatientes. Esto incluye llegar a acuerdos temporales con la burguesía nacional —como la defensa de Maduro contra la actual embestida—, con el fin de exponer, en la lucha, sus vacilaciones y capitulaciones. Sólo una dirección comunista de la lucha antiimperialista podrá unificar a las masas trabajadoras latinoamericanas y forjar una invencible colaboración con los proletarios de EE.UU., Canadá y Quebec, que también están sufriendo los ataques del imperialismo estadounidense. ¡Por un frente único antiimperialista de las Américas para luchar contra Trump! ¡Por una federación socialista de América Latina!