https://iclfi.org/pubs/ai/4/chapingo
La huelga de marzo pasado del sindicato de académicos de la Universidad Autónoma Chapingo (STAUACh) era una lucha contra los dictados imperialistas. El estado de destitución que vive la UACh —la escuela agrónoma más importante del país— es producto, por un lado, de la férrea austeridad que se impone a la educación y, por el otro, de la terrible devastación que ha sufrido el campo mexicano en los últimos treinta y tantos años. Para sacar al campo del profundo atraso en el que se encuentra, se necesitan recursos, infraestructura, sistemas de irrigación, tractores, además de arrancarle las mejores tierras a los grandes latifundistas. Pero también es indispensable investigación agropecuaria y forestal y conocimientos técnicos aplicados al desarrollo rural, ¡la razón de ser de la UACh! Pero nada de esto está en el interés de los ladrones imperialistas, a quienes no les podría importar menos que los campesinos mexicanos se mueran de hambre. Es evidente que la lucha por mejores salarios y condiciones de trabajo para los maestros objetivamente estaba no sólo en el interés de todos los que laboran y estudian en Chapingo, sino más generalmente del campesinado pobre. Más aún, una huelga victoriosa podía haber sido un punto de partida para la defensa del país en contra de los ataques de Trump, que ya están causando, entre otras cosas, más recortes al gasto público y están golpeando la producción agrícola nacional.
Sin embargo, después de varias semanas de lucha combativa, la huelga terminó en una derrota, la rectoría está envalentonada, y maestros, trabajadores y estudiantes se hallan en una peor situación. ¿Por qué? Para ganar la huelga, y avanzar la lucha por educación pública de calidad para las grandes masas en el campo y la ciudad, se necesitaba conectar las demandas inmediatas de los maestros con la lucha más amplia por extirpar de raíz la causa de la deplorable situación de las escuelas: la opresión imperialista que limita los recursos que se quedan en el país y establece cuánto se puede asignar para las necesidades más vitales del pueblo. Esto inevitablemente requería confrontar la “austeridad republicana” de la 4T, retando el tope salarial del 4 por ciento que se impuso al sector y que no alivia siquiera la inflación. Sólo una estrategia así era capaz de sacar a los maestros de su aislamiento, unificando su lucha con el resto de la comunidad universitaria en Chapingo, los campesinos pobres y el poderoso proletariado mexicano. Con nuestras modestas fuerzas, luchamos por extender la huelga a otros sindicatos y por orientarla alrededor de tres ejes: basta de salarios de hambre, abajo la opresión del campo, alto a las agresiones de los imperialistas yanquis. Lamentablemente, la estrategia con que se dirigió la huelga estuvo contrapuesta por el vértice a esa perspectiva.
En el mismo comienzo de la huelga, la dirección del STAUACh decidió reducir el pliego petitorio, pasando de un 15 a un 4 por ciento de incremento salarial y abandonando demandas centrales, como la restitución de maestros despedidos o jubilaciones dignas. Esta medida sentó el derrotero de la huelga, mandando una señal de debilidad y, más fundamentalmente, mostrando que el sindicato no iría contra los límites establecidos por el gobierno mexicano. La estrategia entera de la dirección del sindicato durante la huelga consistió en asistir a las mañaneras para convencer a Sheinbaum de que tomara el lado de los maestros contra la rectoría o solicitar la intervención de la SADER y la SEGOB. Consecuentemente, cada paso que tomó el comité ejecutivo no tuvo como guía las necesidades de la lucha, el fortalecimiento del sindicato o la extensión de la huelga, sino ceñirse a lo que la Ley Federal del Trabajo establecía que era posible. Estas ilusiones fueron fatídicas.
Tras un mes de huelga, los maestros temían, justificadamente, que de continuar con su lucha serían aplastados y no conseguirían nada, incluyendo los salarios caídos. La estrategia de la burocracia de no atentar contra el miserable tope salarial y, de hecho, poner el destino del sindicato en manos de la presidenta terminó desgastando y desmoralizando a las bases. La CN SUESIC —que agrupa, entre otros, al SITUAM, el SU TIEMS, el SUTUACM y los dos sindicatos de Chapingo—, que había llamado en enero a unificar los emplazamientos a huelga de sus miembros, no movió un dedo para materializar esta lucha conjunta cuando se necesitaba. Sin fondos suficientes y sin un camino claro hacia delante, los maestros terminaron levantando la huelga aceptando el incremento del 4 por ciento y ciertas promesas que la rectoría aún no ha cumplido.
Al ver un sindicato débil y dispuesto a aceptar sus condiciones, la rectoría ha redoblado su ofensiva en los más recientes meses. El caso más sonado es el despido del maestro Francisco Zamudio por oponerse a la reforma al estatuto universitario, lo cual generó protestas por parte de maestros y estudiantes que fueron reprimidas. El abogado general de la universidad, Aarón de la Rosa, fabricó una serie de cargos penales en contra de seis profesores, un ayudante de investigación y dos estudiantes, una de las cuales fue agredida físicamente durante una protesta. Además, el abogado azuzó a trabajadores de confianza de la rectoría para que también presentaran denuncias contra los manifestantes. ¡Ya basta de dejar pasar estos ataques sin respuesta! Desde entonces, tras cierta presión de las bases del sindicato, la universidad ha reintegrado al maestro Zamudio y retirado parcialmente algunas de las denuncias. Pero el STAUACh no se puede dejar engañar, debe luchar por que la restitución del maestro suceda sin sanción alguna y por que todos los cargos contra maestros y estudiantes sean echados abajo. ¡Un golpe contra uno es un golpe contra todos!
En la secuela de este ataque, el nuevo secretario general del STAUACh emitió un comunicado conjunto con la rectoría en que establece que: “Las autoridades universitarias y la representación sindical refrendamos en este acto nuestro compromiso por construir una Universidad más inclusiva, tolerante y donde el diálogo y el respeto sea la base de nuestras relaciones como universitarias y universitarios” (¡!). Con justa razón, este llamado a la paz social con la rectoría ha encontrado hostilidad entre los maestros, principalmente aquéllos que han estado bajo ataque directo de las autoridades. Además, la dirección del STAUACh se comprometió a “privilegiar y anteponer en todo momento el diálogo directo y las estrategias de conciliación necesarias, como canales para la resolución de conflictos laborales, económicos y en general cualquier tema de interés mutuo, previo a la emisión de cualquier tipo de publicación, documento y/o comunicado oficial al interior y exterior de la Universidad”. Esto significa atarse de manos y someter sus estrategias de lucha a la aprobación del rector. Es falso que todas las partes en la universidad, desde la rectoría hasta los maestros, los técnicos académicos, los trabajadores, etc., se encuentren en el mismo barco. Es la rectoría la que disciplina a los maestros y los trabajadores, impone incrementos en la carga de trabajo —particularmente para los maestros nuevos que son obligados a llevar más grupos—, e implementa los recortes presupuestales, que se ven reflejados en golpes a prestaciones, despidos, menos plazas, ataques a los centros regionales, instalaciones y servicios deficientes, y condiciones de trabajo y de estudio más precarias. Es evidente que para luchar por el progreso de la universidad, maestros, trabajadores y estudiantes deben hacer frente a la embestida de rectoría, no colaborar con ella.
Por otro lado, la confianza en que Sheinbaum es quien dará solución a los problemas de la universidad sigue siendo rampante, aun cuando fueron estas mismas ilusiones en los populistas las que pusieron a los maestros en la posición tan vulnerable en la que ahora se encuentran. Así, muchos de los profesores más combativos solicitan a la presidenta y su gobierno que “pongan un alto a esta política ilegal y violenta de la administración universitaria y exijan transparencia en el manejo de los recursos federales” (El Correo Ilustrado, La Jornada, 1º de julio). Independientemente de las diferencias políticas que pueda haber entre Sheinbaum y los grupos que están detrás del rector Ángel Garduño, la rectoría es el brazo del gobierno en la universidad y administra el raquítico presupuesto que éste le asigna. Contrario a lo que predicaba la dirección del STAUACh durante la huelga, no existe una contradicción fundamental entre las acciones de la rectoría y el plan general de Sheinbaum. Lo que hace el rector tiene menos que ver con corruptelas individuales (que seguramente existen) y más con implementar la austeridad imperialista que los populistas no quieren ni pueden desafiar. Los maestros, los trabajadores y los estudiantes deben confiar en sus propias fuerzas, así como en la movilización de campesinos y otros trabajadores, en su lucha contra el rector.
El STAUACh se encuentra diezmado, pero no fue aplastado. La nueva dirección tiene como reto reagrupar fuerzas, fortalecer al sindicato y preparar las siguientes batallas. Pero esto es imposible con la misma estrategia que condujo la huelga a un callejón sin salida. ¡Se necesita una perspectiva contrapuesta! Algunos puntos elementales que deben guiarla son:
- ¡Alto a la hostilidad entre el STAUACh y el STUACh! Es primordial luchar contra la división que existe entre estos dos sindicatos, que sólo puede servir a los intereses de las autoridades. La rectoría pone a pelear a maestros y trabajadores por una reducida rebanada del pastel, y será capaz de movilizar a unos contra otros mientras este encono exista —como cuando gran parte de los maestros dio clases virtuales durante la huelga de los trabajadores en 2020—. Los maestros y los trabajadores sólo pueden avanzar sus intereses de manera conjunta. ¡Por un frente unido del STAUACh y el STUACh que luche por mejores salarios y mejores condiciones de trabajo para todos!
- ¡Construir apoyo entre los estudiantes y los campesinos pobres! Existe la creencia de que los estudiantes están en general cooptados por la rectoría y/o que son hostiles a las luchas de los maestros. Efectivamente, la rectoría atiza el chantaje de que a los maestros no les interesa la educación de sus alumnos cuando llevan a cabo sus luchas. Sin embargo, también es cierto que las propias condiciones que viven en sus lugares de origen y la oportunidad que ven en la educación para salir adelante hacen que los estudiantes no se vean atraídos por largas huelgas que consiguen muy poco. No será a través de la vacilación, el arrodillarse ante el gobierno o la lucha por migajas que se logrará movilizar a los estudiantes y al campesinado de sus comunidades detrás de los maestros, sino mediante una lucha decidida por educación pública de calidad, incluyendo mejores condiciones para los estudiantes.
- ¡Por métodos de lucha de clases! Existen muchos maestros que no ven el punto de sindicalizarse o, si lo están, en participar en las asambleas y sus luchas. La estrategia perdedora de la dirección sindical es la responsable directa de ello. Es necesario luchar por sindicalizar a los no sindicalizados, pero la mejor forma de reclutar es librando luchas con una perspectiva para la victoria. La dirección del STAUACh debe rendir cuentas a las asambleas de base y ser revocable en todo momento. Las ilusiones en la 4T y sus representantes se han erigido una y otra vez como un obstáculo para avanzar los intereses de los trabajadores. ¡Por asambleas tripartitas que apunten hacia la necesidad de que trabajadores, maestros y estudiantes tomen en sus manos las riendas de la universidad!
- ¡Abajo el saqueo imperialista! Es necesario repudiar la deuda externa y el pago del FOBAPROA. ¡Por un incremento sustancial al presupuesto asignado a educación y salud! Hay que luchar junto con la CNTE y el resto de los sindicatos por echar abajo el robo de las Afores. ¡Por jubilaciones dignas para todos los trabajadores!
Si el nuevo comité ejecutivo del STAUACh no está dispuesto a luchar por estas cosas básicas y romper con su conciliación a la rectoría y los populistas, entonces debe ser reemplazado por una dirección que genuinamente refleje los intereses de los maestros y revitalice al sindicato.