https://iclfi.org/pubs/ai/4/iran
El siguiente artículo fue publicado como suplemento de Spartacist (Edición en inglés), el 1o de julio.
Desde el 7 de octubre de 2023, Israel está en una ofensiva para aplastar a los palestinos y paralizar cualquier resistencia al genocidio sionista en la región. Al atacar Irán, Netanyahu avanzó contra el contrapeso más significativo de Israel y el que ha sido por mucho tiempo una molestia para el imperialismo estadounidense. Los bombardeos estadounidenses pusieron todo su poder militar al servicio de la embestida de sus perros de ataque israelíes. El ataque estadounidense tenía como objetivo no sólo reforzar el control sobre el Medio Oriente, sino también enviar un mensaje al mundo de que cualquier resistencia será respondida con una fuerza abrumadora, en un momento en que el imperio de EE.UU. está en decadencia.
Por parte de Israel y Estados Unidos se trató de una guerra reaccionaria de agresión. Fue una extensión de la ofensiva asesina de Netanyahu contra Gaza, cuyo objetivo era dar vía libre a los carniceros sionistas en la región y desarmar y postrar a Irán ante los imperialistas. Irán, por su parte, no luchaba para oprimir a nadie. Libró una guerra justa y necesaria para defender al país del ataque de las potencias opresoras que dominan la región. Una victoria de Irán habría impedido la matanza israelí de los palestinos y debilitado el dominio de Estados Unidos e Israel sobre el Medio Oriente. Habría dado un poderoso impulso para la lucha de los oprimidos de todo el mundo, y en particular para los trabajadores de Estados Unidos.
Ahora está en vigor un alto al fuego inestable, en el que todas las partes reclaman la victoria y ninguno de los conflictos subyacentes ha sido resuelto. Israel parece haber infligido un gran daño a Irán, pero no ha logrado eliminarlo como potencia regional. Estados Unidos hizo una demostración de fuerza, con la que trató de obligar a Irán a aceptar un acuerdo de paz humillante que desarmaría al país y desacreditaría al régimen. Pero Irán no ha capitulado. Infligió daños a Israel, pero no cambió el equilibrio de fuerzas en la región. La situación está estancada.
Una cosa está clara, el movimiento obrero no ha sido un factor en este conflicto en ninguna parte del mundo. Es revelador que la oposición en el movimiento MAGA [Hacer a EE.UU. grande de nuevo] tuviera más peso. En Israel y Estados Unidos los líderes sindicales apoyaron la guerra de sus propios gobernantes o no dijeron nada. La poca oposición que hubo en todo el mundo estuvo dominada por el pacifismo. Es una verdadera señal de debilidad que los imperialistas estadounidenses pudieran ir a la guerra y que al movimiento obrero no se le viera por ningún lado.
¿Qué deberían haber hecho los marxistas para avanzar la lucha por la revolución en estas circunstancias? Era necesario luchar para que la clase obrera se convirtiera en un factor. En primer lugar, esto significaba adoptar una posición correcta sobre la guerra. El marxismo revolucionario siempre se ha puesto del lado de las naciones oprimidas contra las grandes potencias depredadoras. En la guerra actual, estar por la victoria de Irán y la derrota de Estados Unidos e Israel era el punto de partida básico y necesario. Esto incluye la defensa del derecho de Irán a las armas nucleares, una medida básica de autodefensa para los países oprimidos. Pero también era necesario luchar por la movilización independiente de la clase obrera, en contra de la confianza en el BRICS, el régimen iraní o cualquier otra fuerza capitalista para luchar contra el imperialismo.
La izquierda marxista fracasó estrepitosamente en esta prueba. Algunas tendencias, como Alternativa Socialista Internacional (ASI), capitularon directamente ante el imperialismo al equiparar a Estados Unidos con su víctima. Otras, como la Tendencia Comunista Internacional llegaron con argumentos ultraizquierdistas a la misma posición de no tomar lado con ningún estado burgués, negando la distinción fundamental entre naciones oprimidas y opresoras. La mayoría de los grupos marxistas no fueron abiertamente socialchovinistas, se opusieron a la guerra y denunciaron a Israel y a Estados Unidos, pero se negaron a defender a Irán. Algunas organizaciones se pusieron del lado de Irán, al mismo tiempo que apoyaron a su régimen reaccionario.
En todo el mundo, sólo unas pocas tendencias adoptaron una posición correcta de lucha de clases para la defensa de Irán. Pero la mayoría de ellas sólo lo hicieron en el papel. Para que la clase obrera emergiera como un factor en esta situación no bastaba con adoptar una posición formalmente ortodoxa. Era necesario luchar para que el movimiento obrero actuara en consonancia con esta posición.
Las tareas de los marxistas en Irán
El principal argumento hecho internacionalmente contra la defensa de Irán en la guerra es que el régimen oprime brutalmente a la población del país. Obviamente, esto es cierto. Ante todo, esto es un problema para la izquierda iraní, que comete uno de dos errores al respecto. El primero es rechazar la defensa de Irán en esta guerra porque el régimen es reaccionario y opresivo y se vería fortalecido por una victoria. Éste es un error que cometen los comunistas de la organización Manjanigh. La derrota de Irán por parte de Estados Unidos y los sionistas israelies no sólo sería una derrota para el régimen, sino un golpe catastrófico para todos los que viven en Irán —basta con ver lo que significó el cambio de régimen orquestado por Estados Unidos en Irak, Afganistán, Libia y Siria—. Una victoria de Estados Unidos y los sionistas pondría al movimiento obrero en una posición mucho peor para luchar.
Que la victoria de Irán fortalezca o no al régimen dependerá de la propia izquierda marxista. Lo que más fortalece a los gobernantes de Irán es que los izquierdistas se mantengan al margen cuando el país es atacado y no hagan nada; esto deja al régimen de los mulás como la única fuerza antiimperialista. Que los izquierdistas abandonen sus banderas y vitoreen al régimen lo fortalecería aún más. Para socavar verdaderamente al régimen, la izquierda marxista necesitaba avanzar su propia estrategia para defender el país, mostrando a cada paso cómo el carácter reaccionario del régimen era un obstáculo para esta tarea.
El régimen iraní deriva su autoridad de su oposición al imperialismo y de su postura como defensor de los chiítas, una minoría oprimida en toda la región. Desde el derrocamiento del Sha, un títere de Estados Unidos, en 1979, el régimen ha desafiado los intereses estadounidenses y sionistas. La ola de unidad nacional que se extendió por Irán tras los ataques israelíes y estadounidenses es un reflejo de la profundidad de este sentimiento. Al negarse a defender Irán, los izquierdistas sólo lograron alienarse y fueron justamente despreciados por las masas.
La bancarrota de esta posición se ve más claramente cuando se plantea de forma concreta. ¿Qué significaría para los trabajadores de Irán oponerse a la guerra? Significaría que intentarían activamente detener la actividad militar del gobierno iraní, por ejemplo, poniendo un alto a la producción y el transporte de armas. Ésta sería una respuesta totalmente reaccionaria. Sólo ayudaría a los israelíes y a Estados Unidos a dominar el país. Por el contrario, en Estados Unidos e Israel, la acción de los trabajadores para detener el flujo de armas sería una acción progresista.
El segundo error que comete la izquierda iraní es abandonar su oposición al régimen en la guerra. De hecho, confiar en el régimen para defender el país es suicida, como demuestra el periodo transcurrido desde el 7 de Octubre. Teherán no organizó una oposición seria mientras Israel devastaba Gaza y Cisjordania, decapitaba a Hezbolá e invadía Siria. Esto aisló al país y lo debilitó frente al ataque de Estados Unidos e Israel.
La naturaleza reaccionaria del régimen iraní socava su oposición al imperialismo. Dado que se basa en la élite del país, llamar a las masas empobrecidas a la lucha amenaza sus privilegios materiales. Su carácter sectario chiíta aliena a las mujeres y a las minorías religiosas, y su nacionalismo persa lo convierte en enemigo de los pueblos kurdo, baluchi y azerí, que son retenidos por la fuerza dentro de Irán. Esto empujó a muchos grupos kurdos y de mujeres a apoyar a Israel en la guerra o, como Komala/el Partido Comunista de Irán y la socialista feminista Frieda Afary, a negarse a defender a Irán contra el ataque.
En el contexto actual, los marxistas de Irán deben luchar para movilizar a los trabajadores y los campesinos persas, a las mujeres y a las minorías nacionales y religiosas para defender el país basándose en medidas que fortalezcan a los oprimidos. Todas las mejores medidas para defender el país requieren una lucha contra el régimen. Defender el derecho de los kurdos y otras minorías nacionales a formar sus propios estados separados es el camino más seguro para construir una alianza con los combatientes kurdos, baluchis y azeríes que están profundamente comprometidos con la liberación de sus pueblos. Exigir el fin de la religión estatal y la libertad del velo socavaría los elementos pro imperialistas del movimiento de mujeres y atraería a las trabajadoras a la lucha antiimperialista. El control obrero de las fábricas y la tierra y la condonación de la deuda de los campesinos darían un enorme impulso a la defensa del país. Estas medidas serían un faro para los pueblos del Medio Oriente, así como para los trabajadores del mundo imperialista.
El Partido Tudeh de Irán fracasó en la prueba tanto de la defensa del país como de la defensa de los oprimidos. Redactó llamados en defensa de Irán, pero también emitió una declaración conjunta con el Partido Comunista de Israel que ni siquiera tomaba partido en la guerra, sino que condenaba la acción militar y el armamento nuclear de ambas partes (“¡Detener la matanza! ¡Terminar la guerra ahora!”, solidnet.org, 17 de junio). En lugar de alejar a las masas iraníes del régimen, el Tudeh cedió el liderazgo de la lucha antiimperialista a los mulás. Al mismo tiempo, el Tudeh insistió en defender “la integridad territorial de la patria”, capitulando así ante el régimen chovinista persa y defendiendo la retención forzosa de las minorías nacionales dentro de Irán. ¡Se necesita un nuevo rumbo para la izquierda iraní!
Capitulación socialchovinista en Occidente
Cuando el gobierno de Trump declaró la guerra a Irán, hubo muy poca oposición en Estados Unidos. El principal problema del Partido Demócrata con el bombardeo de Irán era que no había sido debidamente autorizado por el Congreso. Políticos liberales como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez [AOC] encontraron puntos en común con la oposición en MAGA, al argumentar que una nueva y costosa “guerra eterna” pondría en peligro los intereses generales de Estados Unidos. Los líderes de los sindicatos o bien aplaudieron el bombardeo, como Harold Daggett, del ILA, o bien no dijeron nada, como Shawn Fain, del UAW. En el fondo, el problema es que toda esta gente apoya el imperio estadounidense y está de acuerdo en la necesidad de desarmar y someter a Irán.
La tarea de los revolucionarios en Estados Unidos en este contexto era luchar contra este ataque: estar por la victoria de Irán y la derrota de sus “propios” gobernantes imperialistas. Como ya explicó Lenin durante la Primera Guerra Mundial:
“En tiempos de guerra reaccionaria, una clase revolucionaria no puede dejar de desear la derrota de su gobierno, no puede menos de ver que los fracasos militares de este gobierno facilitan su derrocamiento…
“Los socialistas deben explicar a las masas que para ellas no hay más salvación que el derrocamiento revolucionario de ‘sus’ gobiernos y que precisamente con este fin deben aprovecharse todas las dificultades de estos gobiernos en la guerra actual”.
—El socialismo y la guerra (1915)
Para que la clase obrera emergiera como un factor en este conflicto, era necesario poner una cuña entre los líderes sindicales, los liberales y los socialdemócratas que apoyan el orden imperialista dominado por Estados Unidos y los trabajadores, a quienes se les está exprimiendo para que paguen los costos de mantener la bota estadounidense sobre el cuello del mundo.
¿Qué hizo la extrema izquierda? Alternativa Socialista Internacional escribió:
“El único camino para avanzar es la lucha masiva de la clase obrera contra el capitalismo israelí y el imperialismo estadounidense, y contra los regímenes capitalistas que explotan y reprimen a los trabajadores, las mujeres y los pueblos y minorías oprimidas en toda la región”.
—“La guerra contra Irán se intensifica a medida que Trump avanza hacia la intervención”, internationalsocialist.net, 18 de junio
Tras la obviedad indiscutible de que la lucha masiva de la clase obrera es la única solución, ASI equipara a Estados Unidos, la potencia imperialista dominante en el mundo, con Irán, un país que ha sido devastado por el imperialismo estadounidense. La conclusión de este análisis es que ASI no toma lado.
ASI continúa con nobles palabras sobre la unidad internacional de la clase trabajadora:
“Las organizaciones de la clase obrera deben unirse en la lucha más allá de las fronteras y las comunidades para luchar por un futuro común libre de ocupación e imperialismo, con plenos derechos democráticos y nacionales, y con la propiedad y el control público democrático de la riqueza y los recursos”.
El hecho es que las organizaciones de la clase obrera nunca se unirán “más allá de las fronteras y las comunidades para luchar por un futuro común”, a menos que el movimiento obrero de los países imperialistas se posicione activamente contra los estragos y la esclavitud que su “propia” clase dominante causa en el Sur Global.
Ofuscación pacifista
Al amenazar con arrastrar al Medio Oriente a una guerra regional, los ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán provocaron un impacto desagradable en los gobernantes de los demás países imperialistas de Occidente y Japón. Emitieron grandilocuentes declaraciones a favor de la paz, por la desescalada y las negociaciones. Pero como estas potencias imperialistas lacayas dependen totalmente de Estados Unidos para tener un lugar en la toma de decisiones, terminan haciendo lo que éste dice. Así, aunque inicialmente se opusieron a la guerra contra Irán, al final aplaudieron el bombardeo de Trump como un acto de “paz”.
En estos países, la tendencia pacifista de los dirigentes sindicales y los liberales reflejaba la postura hipócrita de la clase dominante. Para los imperialistas, tomar lado con Irán es una línea roja. El movimiento palestino y las protestas contra la guerra en Irán tuvieron cuidado de no cruzarla. ¿Qué hizo la extrema izquierda en estos países? En su mayor parte, levantó exactamente las mismas consignas que los liberales: “Detener la guerra”, “manos fuera de Irán” y desarme nuclear. Esto oscureció el punto fundamental de que había un lado que tomar.
La Internacional Comunista Revolucionaria (ICR) se presenta como totalmente dedicada a la lucha por la revolución. Entonces, ¿cómo le fue en la prueba de la guerra? Después de producir una serie de largos artículos analíticos que oscurecían el motivo de la guerra, diez días después de que ésta iniciara, la ICR finalmente produjo una declaración en la que reconocía:
“El verdadero objetivo de esta guerra no es la estabilidad, la paz, la democracia o la destrucción de las armas nucleares. Se trata de que la clase dominante israelí y sus aliados occidentales se reserven el derecho indiscutible de hacer lo que quieran en la región: intimidar, bombardear e invadir a cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento, sin encontrar resistencia alguna”.
—“¡Abajo la guerra contra Irán! ¡Abajo el imperialismo estadounidense!”, marxist.com, 23 de junio
A partir de esto, concluyeron correctamente: “El principal enemigo está en casa, y la lucha por la liberación de las naciones oprimidas es la misma que la lucha contra la clase capitalista en Occidente”. Sin embargo, la ICR no llegó a extraer la conclusión necesaria de este análisis, es decir, posicionarse con Irán en la guerra. No fue hasta el 30 de junio, casi una semana después del cese al fuego, cuando la ICR anunció: “Los comunistas revolucionarios estamos totalmente del lado de Irán, aunque no simpatizamos con el régimen político de los ayatolás, que es un régimen reaccionario y antiobrero”.
Durante todo el tiempo que Estados Unidos e Israel estuvieron en guerra, la ICR no tomó el lado de Irán. No se trata de una cuestión de utilizar palabras diferentes para expresar la misma idea. En los países occidentales donde se encuentra la ICR, un ala de la burguesía imperialista trató de utilizar los legítimos sentimientos pacifistas de las masas para movilizar el apoyo a sus propios intereses depredadores. Intervenir como revolucionarios significaba desenmascarar el pacifismo hipócrita de la clase dominante y mostrar a las masas que el camino hacia la paz pasaba por oponerse a sus “propios” gobernantes. Esto sólo podía significar la victoria de Irán y la derrota de Estados Unidos e Israel.
Las principales consignas de la ICR durante la guerra fueron “Manos fuera de Irán” y “Abajo los belicistas”, consignas que nadaban en la corriente del pacifismo pro imperialista, con la burocracia sindical en Gran Bretaña y con Bernie Sanders y AOC en Estados Unidos. Mientras que la ICR escribía volúmenes contra Trump, Netanyahu y los belicistas, no tenía nada que decir contra el engaño del pacifismo burgués. Añadir consignas como “Abajo el imperialismo estadounidense” y “Revolución contra la clase multimillonaria” no sirvió para marcar una línea divisoria, ya que las reivindicaciones eran totalmente abstractas y no tenían implicaciones prácticas. Lo que hizo la ICR fue tender un puente entre el ala de la burguesía que se oponía a la guerra y la izquierda radical.
No era llamar por la revolución ni ondear banderas rojas lo que hubiera constituido una intervención revolucionaria en la guerra, sino luchar por romper el control de los partidarios del imperialismo sobre el movimiento obrero y arrebatar el movimiento palestino de las manos de los liberales. La intervención de la ICR en la guerra no fue revolucionaria, lo único que hizo fue enturbiar las aguas.
El Sur Global
Una derrota decisiva del ataque estadounidense-israelí contra Irán habría impulsado directamente la lucha por la liberación nacional en todo el Sur Global. Aquí, la tarea de los marxistas era movilizar a las masas sobre esta base. Uno de los principales obstáculos para ello fue el doble papel que jugaron los líderes de los países dependientes. Desde el mundo árabe hasta América Latina, la mayoría de los gobiernos condenaron la guerra. Pero, al mismo tiempo, la mayoría están estrechamente aliados con los imperialistas de EE.UU. y apenas movieron un dedo contra la ofensiva estadounidense-sionista.
En todo el Sur Global, gran parte de la izquierda mira hacia el BRICS, dominado por estos mismos líderes, para que ofrezcan una alternativa al dominio estadounidense. Si Rusia o China hubieran apoyado a su aliado iraní en esta guerra, por ejemplo, protegiendo a Irán bajo el amparo de sus armas nucleares, esto podría haber tenido un impacto decisivo en el equilibrio de fuerzas en la región, haciendo retroceder la ofensiva de Netanyahu y debilitando su régimen, además de socavar el poder de Estados Unidos. Pero la Rusia de Putin y la China de Xi no hicieron nada por el estilo. En cambio, Putin aprovechó la oportunidad para expandir su conquista reaccionaria de Ucrania, mientras que Xi negoció nuevos acuerdos comerciales y prometió no interferir en los asuntos de otros países.
Tanto Putin como Xi se han negado a dar un solo paso para defender a Irán, y en su lugar han llamado a la paz, la desescalada y el respeto por el derecho internacional. Esta capitulación absoluta ante el imperialismo estadounidense muestra la total impotencia del BRICS como alternativa. A cada paso, este bloque se ve paralizado por la búsqueda de los propios intereses estrechos y reaccionarios de sus líderes, y por la renuencia de éstos a entrar en conflicto con Estados Unidos.
Otro ejemplo de esta fe en la comunidad internacional lo proporciona el Partido Comunista de Filipinas (PKP). Al reflejar los sanos impulsos de la base del partido, el PKP insistió:
“Los pueblos de todo el mundo, incluido el pueblo filipino, deben apoyar al pueblo iraní, así como al pueblo palestino, en la lucha contra la maquinaria bélica estadounidense-israelí, que arrasa el Medio Oriente para obligar a las naciones a doblegarse a su poder y renunciar a su libertad...
“Deben luchar con determinación contra las guerras imperialistas de Estados Unidos y mantenerse firmes y unidos para exigir el fin de la intervención y la presencia militar de Estados Unidos en el país”.
—“Unámonos y condenemos enérgicamente los bombardeos estadounidenses en Irán”, 22 de junio
Era correcto pedir a las masas que acudieran en ayuda de Irán luchando contra los imperialistas y el gobierno filipino. Sin embargo, el PKP socavó este llamado correcto al presentar una imagen falsa de la situación que hacía creer que era posible un resultado progresista de la guerra sin la participación de las masas. Escribió:
“Israel y Estados Unidos están cada vez más aislados de la comunidad internacional de naciones. Desde Europa hasta Asia, hay un llamado unificado para que Israel detenga sus ataques contra Irán. Ante la oposición generalizada al nivel internacional y local, Trump está dando marcha atrás en su plan de intervenir directamente en la guerra y lanzar bombas de 30 mil libras sobre Irán”.
—“Condenemos la guerra de agresión de Estados Unidos e Israel contra Irán”, 21 de junio
Al día siguiente de la publicación de este artículo, Trump lanzó sus bombas de 30 mil libras. La equivocación del PKP no fue un simple error de análisis. El contenido político de su declaración era apaciguar a las masas en lugar de impulsar su lucha, con la ilusión de que se podría obligar a Trump a dar marcha atrás mediante la presión de la “comunidad internacional de naciones”, una comunidad formada por las potencias reaccionarias de Occidente que, en última instancia, apoyaron a Trump, y por los gobernantes del Sur Global que capitularon ante él.
Independientemente de lo que diga ahora la dirección del partido sobre la movilización de las masas para luchar contra el imperialismo, su política desde su fundación ha sido siempre apoyar al ala liberal de la burguesía filipina, que es la partidaria más devota del imperialismo estadounidense. Esta estrategia ha llevado al movimiento antiimperialista a un callejón sin salida, tanto en Filipinas como en muchos otros lugares del Sur Global. Para avanzar, es necesario romper la alianza entre las masas y los lacayos del imperialismo. Como se expuso en las Tesis de la Comintern de 1922 sobre la cuestión de Oriente, “únicamente una línea revolucionaria consecuente, basada en la participación de las grandes masas en la lucha activa y la ruptura sin reservas con todos los partidarios de la colaboración con el imperialismo puede conducir a las masas oprimidas a la victoria”.
En reacción contra partidos como el PKP, que capitulan ante la burguesía en el Sur Global, varias tendencias, como el Foro Marxista de Manila, rechazan la defensa de Irán como una capitulación nacionalista. Esto los coloca en oposición a los sentimientos correctos de las masas de luchar contra el imperialismo y sus agentes sionistas. Una vez más, las Tesis de la Comintern insistían: “La negativa de los comunistas de las colonias a participar en 1a lucha contra la opresión imperialista bajo el pretexto de la ‘defensa’ exclusiva de los intereses de clase es la consecuencia de un oportunismo de la peor especie que no puede sino desacreditar a la revolución proletaria en Oriente”.
Centrismo vs. lucha revolucionaria
Un pequeño número de tendencias al nivel internacional adoptó una posición formalmente revolucionaria sobre la guerra. Aunque tenemos importantes diferencias con la Corriente Comunista Revolucionaria Internacional, ésta destaca por luchar por una posición principista sobre la guerra dentro de la izquierda y el movimiento obrero. La mayoría de los demás grupos no pasaron de los comentarios abstractos en lugar de la intervención activa destinada a reorientar a la izquierda y al movimiento obrero. La Fracción Trotskista (FT) es un ejemplo de ello.
Esta tendencia inicialmente adoptó una posición neutral en la guerra, capitulando ante el imperialismo al presentar a “Israel, el régimen iraní y las potencias imperialistas” como igualmente reaccionarios (“Israel ataca Irán: El Medio Oriente al borde de una guerra total”, leftvoice.org, 15 de junio). No fue sino hasta el día siguiente que la sección francesa de la FT emitió un comunicado en el que tomaba el lado de Irán.
Es positivo que la FT cambiara su posición y se pusiera del lado de Irán; ése fue un paso progresista. Pero, ¿qué hicieron para hacer realidad esta posición? Hasta ahora, su sección estadounidense no ha criticado a los burócratas sindicales, los liberales o los izquierdistas que se niegan a defender a Irán. La negativa de la FT a luchar por la defensa de Irán en la práctica dejó esa posición completamente vacía de contenido.
El enfrentamiento de Israel y Estados Unidos con Irán no ha terminado. No se ha resuelto nada. Se avecina más caos, tanto para la región como para las zonas que lo rodean. En su determinación por mantener su debilitado imperio, los gobernantes estadounidenses le están apretando las tuercas al mundo y su guerra en Irán es una advertencia de lo que está por venir. El hecho de que el movimiento obrero no actuara como un factor contra la guerra de Estados Unidos e Israel debe ser una llamada de atención para la izquierda marxista. Es urgente aprender las lecciones, y aprenderlas rápidamente.
En todo el mundo es necesaria una lucha para separar al movimiento obrero de los elementos pro imperialistas y sus conciliadores. Ésa es la precondición esencial para que el proletariado emerja como fuerza revolucionaria. Como insistió Lenin en su lucha por construir una internacional revolucionaria: “La unidad con los socialchovinistas es la unidad con la ‘propia’ burguesía nacional, que explota a otras naciones; es la escisión del proletariado internacional” (El oportunismo y la bancarrota de la II Internacional, enero de 1916).