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https://iclfi.org/spartacist/es/43/eichhorn

El repudio de nuestra oposición a contender por puestos ejecutivos de gobierno y a ocuparlos implica corregir el artículo de Spartacist No. 39 (agosto de 2015), “La policía y la Revolución Alemana de 1918-1919”. Al criticar nuestro folleto de 1994, Militant Labour’s Touching Faith in the Capitalist State [La conmovedora fe de Militant Labour en el estado capitalista], el artículo condena el trabajo de Emil Eichhorn, un miembro del ala izquierda del Partido Socialdemócrata Independiente (USPD) quien dirigió a los obreros insurgentes para desarmar a la policía de Berlín en noviembre de 1918. Tras asumir la jefatura de la policía, Eichhorn reclutó una milicia de miles de obreros y soldados socialistas. Cuando las autoridades prusianas lo despidieron en enero de 1919, los obreros se alzaron en la insurrección conocida como el Levantamiento Espartaquista, la cual fue reprimida a sangre y fuego por el gobierno socialdemócrata.

Al evaluar el papel de Eichhorn en estos sucesos, nuestro folleto de 1994 correctamente decía:

“Ni Eichhorn ni el núcleo de sus fuerzas eran policías burgueses. En una situación de efervescencia revolucionaria, Eichhorn y sus milicias buscaban remplazar a la policía burguesa existente y se consideraban a sí mismos responsables ante los consejos obreros y la izquierda, no ante el gobierno capitalista. Sin embargo, Eichhorn no disolvió a la antigua fuerza policiaca, sino que la fusionó con su milicia, un error fatal sintomático de la confusión del levantamiento de Berlín”.

Al revocar esta evaluación, el artículo de Spartacist pintaba a Eichhorn como un imbécil reformista, denunciaba su “ilusión” de que podía remplazar a la fuerza policiaca en el curso de los sucesos revolucionarios y sermoneaba también a los obreros que se levantaron en su defensa. La “ilusión fatal” de que se puede “simplemente tomar los órganos existentes del estado burgués”, declaramos, “ayudó a determinar el curso de los eventos en enero de 1919. Los obreros, muchos de los cuales estaban armados, no estaban organizados para luchar por el poder”.

El artículo es una expresión del método formalista y estéril que caracterizaba nuestra posición previa sobre los puestos ejecutivos. Con todo y sus errores, Eichhorn y los obreros que dirigía no “simplemente tomaron” el aparato policiaco, sino que usaron su posición para crear una nueva fuerza basada en los obreros armados y responsable ante los consejos obreros, que es lo que toda revolución debe tratar de hacer. Eichhorn tenía claro este propósito cuando declaró ante una multitud tras ser destituido: “He recibido mi puesto de la revolución y no lo dejaré salvo que la revolución me lo demande” (citado en Pierre Broué, The German Revolution, 1917-1923, Chicago: Haymarket Books, 2006 [Revolución en Alemania, 1917-1923]).

Nuestra condena escolástica de Eichhorn minimiza la lección central de la fallida Revolución Alemana. La razón por la que los obreros “no estaban organizados para luchar por el poder” fue que carecían de una dirección revolucionaria templada. El Partido Comunista se había fundado sólo a finales de diciembre de 1918, cuando muchos de sus principales líderes se escindieron del USPD. Esta ruptura extremadamente tardía con los socialdemócratas fue clave en el desarrollo trágico de los sucesos de 1918-1919, que culminaron en el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg a manos de los sicarios de Gustav Noske. Esta verdad fundamental, independientemente de los errores de Eichhorn, no minimiza el papel que tuvo éste como un héroe de nuestra clase.