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Traducido de Vote Working Class—Vote PSL! (inglés), Workers Vanguard No. 1181

El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1181 (abril de 2024), periódico de nuestros camaradas de la Spartacist League/U.S.

La repetición del enfrentamiento por la Casa Blanca entre dos viejos blancos decrépitos que apenas pueden hilvanar dos frases parecería una serie cómica de Netflix si no fuera cierto. El sustento de los trabajadores no es una broma. Mientras la población se enfrenta a esta farsa política, todo el mundo sabe que hay cuestiones reales en juego que a ninguno de los candidatos le importan un carajo. Existe gran ansiedad sobre lo que nos depara el futuro. Muchos pueden ver que el imperio estadounidense es un barco que se hunde y que quiere hundirnos a todos con él. La economía apesta. La gente está colmada de deudas. La guerra en Ucrania es impopular. Hay indignación masiva por el apoyo estadounidense al genocidio en Gaza. Todos saben que Trump odia a los inmigrantes y los negros, pero saben que Jim Crow Joe [Biden] también los odia.

Los demócratas están en pánico porque parece probable que Biden pierda contra Trump, y sus trucos sucios no están resultando tan eficaces como antes. Han intentado sacar a relucir el 6 de enero con gritos sobre la defensa de la democracia contra Trump y los republicanos. Los trabajadores están hartos de esta cantaleta. Los llamados a “salvar la democracia” caen por su propio peso cuando el dinero se destina a la guerra y el genocidio, al mismo tiempo que no se satisfacen las necesidades básicas de la población. A pesar del miedo a otro gobierno de Trump, cada vez más sectores de la clase obrera multirracial se dejan llevar por la retórica de Trump de “atacar al establishment” por la rabia de haber sido arruinados por el gobierno de Biden.

Tanto los demócratas como los republicanos están de acuerdo en la cuestión fundamental de mantener el dominio de la élite rica; sólo difieren en cuestiones tácticas, como la forma más eficaz de exprimir a los trabajadores e imponer la segregación racial. A medida que se caliente la contienda, ambos partidos capitalistas seguirán avivando las divisiones raciales y de otro tipo, enfrentando a trabajadores negros contra trabajadores blancos, negros y latinos contra migrantes, lo que sea. Recordemos 2020: si amas a las mujeres, los inmigrantes y los negros, vota por Biden; y si no votas por Biden, debes de ser un racista. Todo esto, a su vez, envalentonó a Trump, que recibió con los brazos abiertos a todos aquéllos asqueados por estos disparates liberales. Los gobernantes capitalistas quieren que pienses que la principal división en esta sociedad es demócrata contra republicano o “gente de color” contra blancos partidarios de Trump, todo para desviar la atención del hecho de que en la lucha por sobrevivir se trata de clase contra clase.

Votar por Biden no es una vía hacia adelante para los obreros. Votar por Trump tampoco. ¡Existe otro camino! La SL/U.S. está dando apoyo crítico a la campaña presidencial de 2024 de Claudia De la Cruz/Karina García, del Party for Socialism and Liberation (PSL, Partido por el Socialismo y la Liberación), porque traza una línea de clase contra los candidatos reaccionarios Trump y Biden. En particular, Claudia y Karina dejan claro que no hay “mal menor”: “Votar por Biden no hace nada para derrotar a los enemigos de la democracia, desplaza todo el espectro político más a la derecha y, en la mayoría de los casos, ¡ni siquiera resultará en políticas diferentes a las de Trump si éste estuviera en el cargo!”.

Lo que distingue a los candidatos del PSL de otros en la boleta electoral (Robert F. Kennedy Jr., Cornel West, Jill Stein) es su combinación de oposición a Biden/Trump con oposición al capitalismo. Su plataforma titulada “Acabar con el capitalismo antes de que acabe con nosotros” —que llama a “incautar las 100 corporaciones más grandes” y “acabar con la guerra contra el Estados Unidos negro”, entre otras cosas— tiene una sencillez y un atractivo que cualquiera que quiera un cambio real para los trabajadores de este país encontraría cautivante. Dado que la campaña ofrece una alternativa obrera a los demócratas y los republicanos, ¡todos los trabajadores deben votar por el PSL!

Los demócratas sólo hacen más fuerte a Trump

Existe una necesidad urgente de una oposición obrera al nuevo gobierno, ya sea de Trump o Biden, que sea lo más fuerte posible. Para tener una posibilidad de éxito, este movimiento debe librar una lucha desde fuera y en contra del Partido Demócrata de la ruina económica y el genocidio palestino, y la campaña del PSL sirve como punto de confluencia para ello. Para que la campaña del PSL alcance todo su potencial es necesario comprender la razón por la que Trump encabeza las encuestas.

La resistencia anti-Trump, que saltó a la escena en 2016, estuvo orgánicamente atada al Partido Demócrata desde el principio. Se amalgamó en torno a la fracasada candidatura presidencial demócrata de Bernie Sanders. Desde esta posición, la resistencia nunca iba a ser capaz de hacer avanzar las luchas de los trabajadores y los oprimidos, cuyos intereses van directamente en contra de los de la clase dominante. Mejorar las condiciones de la clase obrera, realizar avances contra la segregación y la opresión de la mujer requiere una confrontación directa con los intereses capitalistas. Pero eso no es posible si al mismo tiempo se tiende la mano a las fuerzas que defienden esos intereses.

Aquéllos que se proclaman socialistas y defienden la “independencia de clase” pero abrazaron la resistencia anti-Trump como un paso en la dirección correcta sólo ayudaron a pavimentar el camino para la situación actual. El PSL hizo precisamente eso en su momento y sigue impulsando movimientos liberales hoy en día, lo cual es una de las principales razones por las que damos a su campaña un apoyo crítico.

Trump es odiado justificadamente por muchos que lo ven como una amenaza a su existencia. Hay que luchar contra él. Pero esto no se puede hacer sobre la base de la estrategia perdedora de la resistencia, cuyo principal objetivo era echar a Trump metiendo a Biden y, de paso, dar a negros y otras minorías más asientos en la mesa del amo esclavista. Así que Biden entró. Metió a Kamala Harris, una mujer negra e india odiada por encarcelar a miles de jóvenes negros y latinos mientras se hacía de la vista gorda con los policías asesinos racistas. Sin embargo, ¡los políticos liberales tachan de racista o machista a cualquiera que la critique! Ése es el resultado al que te lleva la política identitaria del Partido Demócrata. Kamala Harris tiene más en común con el supremacista blanco de la Casa Blanca que con los trabajadores, ya sean negros, inmigrantes o mujeres.

Cada movimiento durante la presidencia de Trump, desde las Marchas de las Mujeres y las protestas por los derechos de los inmigrantes hasta BLM, es un testimonio del hecho de que todas y cada una de las alianzas con el “mal menor” son un callejón sin salida. Un gran número de personas se movilizó en las calles, pero al final del día no se consiguió nada en términos de avances concretos para los trabajadores, los negros, los inmigrantes o las mujeres. De hecho, el único resultado perceptible fue la presidencia de Biden, que ha empeorado todo y ha renovado el apoyo a Trump.

Hoy, los intentos de Biden de engatusar a la clase obrera con promesas de gravar a los ricos, promulgar la Ley PRO de protección al derecho de sindicalizarse, restaurar el derecho al aborto y proteger el medio ambiente no son más que promesas huecas para los que tienen memoria: Huelga ferroviaria, aplastada. Build Black Better [plan de inversión nacional en programas sociales, infraestructura y medio ambiente], letra muerta. El aborto, derogado. Moratoria de desahucios, no existe. El agua envenenada, sigue ahí. Hace cuatro años, todos los demócratas del Congreso decían “las vidas de los negros importan”. Hoy, ni siquiera hay una pretensión de defender algo a favor de los negros. La razón por la que Biden y los demócratas “progresistas”, como Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), nunca cumplen sus promesas electorales es que se ven obligados a defender los intereses de su clase, forman parte de las mismas fuerzas responsables de la explotación y la opresión.

Cualquier político puede levantarse y decir que defiende los derechos de las mujeres, los negros y los trabajadores, pero son sólo palabras vacías cuando su rol entero es preservar el dominio de la clase capitalista. El Squad [representantes “progresistas” demócratas en el Congreso] trabaja para el partido de los patrones, no para el pueblo. Por eso no hacen nada en el Congreso, excepto hacer pasar al enemigo por amigo. Para mantener sus privilegios, los opresores de la clase dominante se nutren de este tipo de traidores para mantener a raya al movimiento obrero.

Los demócratas “progresistas”, los Tíos Tom negros y los burócratas sindicales quieren que pienses que se puede luchar contra el sistema desde dentro de los marcos del capitalismo. Mejor de una vez enciérrate en una jaula con un tigre hambriento. Para que los trabajadores y los oprimidos puedan avanzar es necesario luchar contra el sistema responsable de la reacción racista, la esclavitud asalariada y la guerra. Se requiere una lucha desde fuera del Partido Demócrata y en contra de él.

El soborno a la ola de huelgas de 2023

El año pasado hubo mucha combatividad entre la clase obrera y ganas de luchar contra la inflación y los ataques a los salarios, las pensiones y los sindicatos. La huelga del UAW (United Auto Workers) fue la batalla de clases más significativa. Hay un entendimiento generalizado de que el voto de la clase obrera será decisivo para el resultado de las elecciones, de ahí que Biden y Trump aprovecharan para posar para la foto con los trabajadores automotrices el pasado otoño durante la huelga.

La huelga del UAW tenía el potencial de asestar un golpe aplastante al gobierno de Biden y cambiar la marea a favor de los trabajadores en todas partes. Intervinimos para demostrar a los obreros automotrices que, para conseguir las reivindicaciones que Fain [dirigente del UAW] se había propuesto, había que ampliar la lucha porque el problema subyacente es el propio capitalismo. Para atraer a la población negra de Detroit y asestar realmente un duro golpe a los patrones que dirigen este país, era necesario organizar una huelga general en la ciudad para acabar con el sistema de niveles, reindustrializar al país y luchar por la liberación de los negros. He aquí un excelente ejemplo de cómo la lucha obrera y la lucha de los negros avanzan juntas o retroceden por separado.

Al final, Shawn Fain vendió la huelga, y la marea no se invirtió. ¿Por qué? Porque Fain buscaba simplemente volver a equilibrar la balanza y no sacudir el avispero y causar problemas a Biden. Su estrategia significaba no librar una verdadera batalla contra la patronal y su “divide y vencerás” racista. Fain llevó la huelga lo suficientemente lejos como para que los trabajadores obtuvieran algunas concesiones pero sin que la patronal tuviera que rebuscar demasiado en sus bolsillos.

¿Qué ha ocurrido desde que se levantaron los piquetes? Los logros de la huelga fueron inmediatamente atacados, mientras los trabajadores se enfrentaban a despidos o a la misma dura batalla diaria para llegar a fin de mes. Nada ha cambiado para los negros ni para la clase obrera de Detroit, que sigue tan segregada como siempre. Mientras tanto, el CEO de Stellantis acaba de conseguir un aumento de sueldo del 60 por ciento a costa de la sangre y el sudor de los trabajadores automotrices, y Fain es el principal peón para la reelección de Biden.

A través de Fain y sus otros agentes en la burocracia sindical, el gobierno de Biden ha podido estabilizar temporalmente las cosas y superar el bache sobornando a sectores de la clase obrera. Sin embargo, no se encuentra sobre una base más firme, y los gobernantes capitalistas son muy conscientes de que lo que ofrecen no es suficiente. En la industria automotriz, los puertos, el transporte y cualquier otra industria, ganarse la vida significa cada vez más trabajar hasta morir. Los trabajadores necesitan y quieren un cambio fundamental en sus condiciones económicas y sociales, lo que supone una amenaza para los intereses y la existencia de toda la clase capitalista.

Está claro que, a pesar de los reveses y las derrotas, los trabajadores no se han doblegado. En este momento, las masas le están mentando la madre a Biden, lo que interseca la angustia sobre hacia dónde se dirige el país. Pero si este sentimiento no se pone en un camino obrero independiente para responder a la ofensiva capitalista, seguirá canalizándose en una u otra dirección reaccionaria: los demócratas o los republicanos. Por eso es importante votar por el PSL para apoyar una alternativa obrera en las elecciones.

El imperialismo estadounidense: sobre la cuerda floja

Los temores de la clase obrera sobre el estado del país no son injustificados. La clase dirigente también está bastante preocupada porque no puede lidiar con más de una crisis a la vez. Esto es obvio para todos. Los gobernantes de EE.UU. están perdiendo frente a Rusia en Ucrania, se encuentran sobreextendidos en el Medio Oriente y están esforzándose por contener a China.

Biden dice que el compromiso de Estados Unidos con la guerra en Ucrania nunca flaqueará, pero eso está sucediendo. En particular, los republicanos la ven como un despilfarro de recursos que podrían utilizarse para luchar en otros frentes, como China. El apoyo a la guerra entre la población también ha menguado, sobre todo por su impacto económico. El opulento gasto del Genocida Joe en Ucrania ha permitido a Trump posar absurdamente como un candidato antibelicista y ha hecho que su atractivo sea mucho mayor.

Aunque los demócratas y los republicanos pueden diferir sobre la política a seguir respecto a Rusia, actúan como uno solo cuando se trata de mantener un puesto de avanzada imperialista en Israel e ir tras de China. Biden, haciendo eco de Trump, ha adoptado una postura cada vez más proteccionista. Ambos hablan de dar prioridad a los trabajadores estadounidenses y prometen prosperidad económica. ¿Pero para quién? Claramente para Wall Street y los bancos.

El imperio estadounidense está en declive y ambos partidos están empeñados en salvarlo apretando las tuercas a la clase obrera. El plan “Bidenomics” para rescatar la economía y recuperar su industria manufacturera a gran escala es una quimera. Reindustrializar Estados Unidos exige enfrentarse al sistema de propiedad privada que frena la productividad y es responsable del decaimiento de la industria en primer lugar.

Una lucha para ampliar la industria en beneficio de la clase obrera y proporcionar a todos un buen trabajo con un buen salario también fortalecería la posición de los trabajadores al nivel internacional, quienes tienen un enemigo común en el imperialismo estadounidense. Para librarse de las garras del imperio estadounidense, que exprime la vida de los trabajadores aquí y en las neocolonias, se requiere una ruptura total con el Partido Demócrata. Al mantener al movimiento obrero encadenado al ala liberal de la clase dominante, la burocracia sindical frena la lucha antiimperialista e impide la unidad de la clase obrera de todo el mundo en una lucha contra la dominación estadounidense.

Para liberar a Palestina, ni un voto por el Genocida Joe

Actualmente, la oposición más vocal a la política exterior del gobierno de Biden es resultado de su apoyo a la masacre de palestinos por Israel. Los activistas y los trabajadores están poniendo a Biden en un aprieto con respecto a Gaza. En respuesta, los liberales del Partido Demócrata y los burócratas sindicales han tratado de presionar a Biden por un cese al fuego con el fin de apaciguar la indignación y evitar el tipo de guerra de clases necesaria para detener el genocidio y liberar a Palestina. Ésta es otra forma de engañar a los activistas y los trabajadores para que permanezcan en el redil del Partido Demócrata.

¿Cómo sería esa guerra de clases? Para empezar, acciones antiimperialistas tales como que los trabajadores en EE.UU. se nieguen a producir armas para Israel o transportarlas hacia allá. El mayor obstáculo para este tipo de acciones son los falsos dirigentes del movimiento obrero que apoyan a los “progresistas” del Partido Demócrata. La unidad con los demócratas socava por completo la defensa de Palestina. No se puede defender Gaza, ni mucho menos luchar por la liberación nacional de Palestina, y al mismo tiempo apoyar al partido que supervisa el genocidio en Gaza.

A medida que las elecciones se acerquen, los “progresistas” apoyarán cada vez más abiertamente a la Casa Blanca de Biden. Una vez más, el argumento será “cualquiera menos Trump”. Cornel West reculó ante esta presión y saboteó su propia campaña después de que Sanders y otros “progresistas” lo denunciaran como irresponsable por dividir el movimiento para derrotar a Trump. Éste es el rol entero de los “progresistas”: mantener el descontento dentro de los confines del Partido Demócrata. La campaña por el voto “no comprometido” encabezada por Rashida Tlaib es un ejemplo de ello. El PSL alaba esta campaña como una forma de enviar un poderoso mensaje a Biden. Pero, ¿cuál es el mensaje para los trabajadores, los estudiantes y todos aquéllos indignados por el genocidio? Es canalizar la ira de la gente en dirección del Partido Demócrata, no hacia el socialismo —especialmente cuando se niega a denunciar a Tlaib y los otros demócratas que están detrás de la campaña—.

El PSL también promueve ilusiones de que la aprobación de la última resolución de cese al fuego del Consejo de Seguridad de la ONU es una “gran victoria para el movimiento de solidaridad con Palestina”. Esta resolución no es más que una cobertura para que Israel continúe la masacre. También es una cobertura para que los demócratas sigan apoyando a Israel mientras aparentan estar haciendo algo respecto al genocidio con el fin de impulsar las oportunidades electorales de Biden. Apenas unos días después de que Estados Unidos permitiera la aprobación de la resolución, el gobierno de Biden envió miles de millones de dólares en ayuda militar adicional a Israel. El PSL tiene una gran contradicción. Quiere acabar con el capitalismo antes de que acabe con nosotros y, sin embargo, subordina el movimiento a fuerzas burguesas, lo que garantiza la derrota de la lucha contra el capitalismo.

Por un lado, el PSL vitorea al nacionalismo árabe y a Hamás, que son un callejón sin salida para la liberación palestina. Lo hacen conforme a las engañosas apelaciones liberales de que “sólo los palestinos pueden dirigir la lucha”, lo cual sólo puede servir para dividir el movimiento sobre líneas falsas. Por otra parte, el PSL apoya al movimiento pacifista del cese al fuego. Este movimiento, un bloque encabezado por demócratas “progresistas” para persuadir a Biden de que “haga lo correcto” por los palestinos, no ha hecho nada por detener o siquiera ralentizar el genocidio.

La razón es sencilla: los imperialistas estadounidenses respaldan al estado sionista —y por tanto la genocida opresión de los palestinos— no por un defecto moral sino por sus intereses estratégicos en la región. En un momento dado, por supuesto, los gobernantes estadounidenses podrían actuar para negociar un alto al fuego, pero esto ocurrirá cuando consideren que la masacre israelí de palestinos ha garantizado de manera suficiente sus intereses. En resumidas cuentas, al hacerle el juego a las dos caras de la misma moneda fallida, el PSL no hace sino socavar la misma unidad y oposición obrera que su campaña presidencial está intentando construir.

Cómo luchar contra la reacción

El liberalismo del Partido Demócrata es mortal para las luchas de toda la clase obrera multirracial. Los demócratas y los medios de comunicación han desempolvado el manual de Hillary Clinton de 2016 y vuelven a afirmar que la mayor amenaza para la democracia estadounidense es la furia rural blanca, es decir, los “deplorables” de Trump. Esto sólo alimenta polarizaciones venenosas entre trabajadores blancos y negros. La política identitaria de la resistencia anti-Trump, que sirve de coartada al racista Partido Demócrata al culpar de la opresión racial a los trabajadores blancos, sólo puede contribuir a echar a éstos hacia los brazos de Trump.

Estas políticas deben rechazarse para unir a la clase obrera por encima de líneas raciales, lo cual es necesario y posible. Los obreros blancos tienen un interés real en luchar contra la segregación racial, que es esgrimida por los gobernantes de este país para mantener a toda la clase obrera sometida. No podrán conseguir lo que necesitan —como salarios altos y atención médica y vivienda de calidad— sin luchar por la liberación de los negros. A su vez, los negros necesitan a los trabajadores blancos para liberarse, lo que requiere una lucha conjunta por la transformación revolucionaria de la sociedad.

Hartos del camino demócrata que no lleva a ningún lado, un número creciente de negros y latinos se han declarado a favor de Trump. Muchos dicen que es porque están en peor situación con Biden y quieren aferrarse a lo que tienen. Los políticos del Partido Demócrata que ayer decían ser los mayores defensores de los derechos de los inmigrantes intentan hoy superar a Trump e inflaman las venenosas divisiones entre inmigrantes, negros y trabajadores.

En 2023, bajo el mandato de Biden, hubo más asesinatos de negros a manos de la policía que en décadas. Pero las protestas masivas que existían hace cuatro años se han evaporado. Toda la izquierda habla de la necesidad de reconstruir el movimiento contra la brutalidad policial. Pero pretenden hacerlo de un modo totalmente compatible con la política identitaria de BLM, que sólo sirve para abrir una brecha en la necesaria alianza del proletariado multirracial. Los grupos de izquierda como el PSL dicen que BLM fue en declive porque los demócratas tomaron control de él. Lo que necesitan es verse detenidamente en el espejo y preguntarse: ¿Por qué no hubo una lucha por parte de la izquierda para escindir al movimiento de su dirección liberal?

La verdad es que la política de BLM ha llevado a la desmoralización y la reacción racista. Desde el principio, BLM fue un movimiento organizado sobre la base de una consigna vacía para unir tras los demócratas a la población negra, los trabajadores y la juventud enfurecida. Durante décadas, todos los movimientos contra la brutalidad policial han llevado a callejones sin salida. Todos ellos han impulsado esquemas para poner más caras negras en altos cargos, poner a negros al mando de la policía y convertirlos en los supervisores del mismo gobierno capitalista que impone la segregación racial y la represión.

Para reavivar el movimiento contra el terror policial, la SL busca liberarlo de las garras de los liberales. Nuestro objetivo es hacer avanzar la lucha desenmascarando a los farsantes del Partido Demócrata que dicen defender a los negros pero les apuñalan por la espalda. Queremos reconstruir el movimiento de una manera que vaya explícitamente más allá de lo que es aceptable para estos políticos. Motivamos a todos los que quieran luchar contra los abusos policiales y acabar con la opresión racial a que hagan suyo nuestro llamado de frente unido por “abrir todos los archivos policiales”.

Muchas personas negras y de minorías han escuchado una y otra vez que la lucha por el derecho al voto ha sido demasiado dura y que han muerto demasiadas personas como para tirarlo a la basura. Pues bien, ¡no lo desperdicies! No des el voto al mismo sistema capitalista cuyos políticos son responsables del terror de los linchamientos y el mantenimiento de la desigualdad de los negros. Un voto por el PSL sería un golpe contra el enemigo de clase, que es responsable de la opresión y la segregación raciales. Ayudaría a construir la unidad de la clase obrera multirracial al organizarla en torno a la causa común de luchar contra los ataques de Biden y Trump. Cuanto más exitosa sea la campaña del PSL, mejor será la posición de los negros, los obreros y todos los oprimidos para luchar contra el nuevo gobierno, ya sea de Biden o Trump. ¡No dejes que los demócratas se queden sin desafío! ¡Vota por el PSL!