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El siguiente artículo fue publicado como suplemento de Spartacist el 19 de enero.
Argentina lleva décadas sumergida en una profunda crisis y no parece tocar fondo. El pueblo argentino enfrenta una hiperinflación rampante, salarios de miseria, ataques contra derechos laborales elementales y la carga de una exorbitante deuda sobre sus espaldas. La elección del derechista Milei ha sido una respuesta reaccionaria a esta situación desesperada de las masas y a un país en ruinas. La subyugación al imperialismo es la causa de la crisis y, de hecho, lo que determina cada aspecto de la vida social, política y económica del país. Han sido los diversos gobiernos peronistas, responsables de administrar la opresión, la expoliación y la vejación de Argentina a manos de los imperialistas, los que han pavimentado el camino para Milei.
El programa del peronismo ha mostrado a cada paso su incapacidad para llevar hasta el final la lucha contra la dominación imperialista, e históricamente se ha erigido como el principal obstáculo a esta tarea. Por un lado, algunas de las medidas que los peronistas han tomado, como las restricciones a las importaciones, y que hayan mantenido las nacionalizaciones de sectores clave de la industria ha sido suficiente para hacer enojar a los imperialistas, ya que con esto la burguesía argentina busca arrancar un poco de independencia. Por otro lado, desarrollar al país y sacarlo de la crisis requiere romper con los imperialistas, algo que los peronistas no quieren ni pueden hacer. Así, las medias tintas de los peronistas enfurecen al imperialismo mientras mantienen al pueblo argentino pauperizado, sumiendo al país en el caos. El atractivo de Milei fue que ofreció una ruptura con el statu quo —alineándose plenamente tras el imperialismo estadounidense, barriendo todas las trabas a la inversión extranjera, tomando más dinero del FMI, dolarizando la economía y privatizando toda la industria estatal—.
La CGT y demás centrales obreras han llamado a movilizarse en un paro nacional el 24 de enero. Sin embargo, la estrategia entera de la burocracia sindical no ofrece respuesta alguna de cómo salir de la crisis que enfrenta Argentina. Buscan detener los ataques y las reformas de Milei sin tener una solución a la causa del problema: la subyugación imperialista. Tratan de aliviar los síntomas sin atentar contra la enfermedad. Necesariamente, esta perspectiva apunta a regresar al statu quo populista que llevó al ascenso de Milei en primera instancia. Combatir a Milei con los peronistas no hace sino garantizar la continuación del ciclo de humillación imperialista. La lucha contra Milei requiere desatar a la única fuerza capaz de derrotar al imperialismo: el proletariado argentino. Pero el peronismo jamás hará esto porque la movilización revolucionaria de la clase obrera amenazaría al mismo sistema de propiedad privada que ellos representan, poniendo en entredicho la existencia misma de la burguesía argentina.
Por su parte, el FIT-U, que aglutina a varias organizaciones que se reclaman trotskistas, tampoco ofrece un programa revolucionario para sacar a Argentina del atolladero. Critican a la burocracia sindical por no ser suficientemente combativa y por apoyar al peronismo. Pero no buscan romper el control del peronismo sobre la clase obrera mostrando cómo éste detiene la lucha por la liberación de Argentina del imperialismo. En cambio, desaparecen la centralidad de la lucha antiimperialista por el temor de que la lucha contra el imperialismo conduce inevitablemente a una capitulación a la burguesía. ¡No! La única forma de barrer con la influencia del peronismo y el nacionalismo en el movimiento obrero es mostrar que los trotskistas son los únicos combatientes consecuentes por la liberación nacional.
El problema de la izquierda y más específicamente de las organizaciones que se reclaman trotskistas en Argentina no es nada nuevo. Por un lado, están quienes bajo pretexto de la lucha antiimperialista liquidan sus banderas para ir a la cola de la burguesía nacional. Por otro lado, están los que en el nombre de la independencia de clase y la pureza marxista se rehúsan a combatir por la dirección de esta lucha. Ambas corrientes capitulan al imperialismo y han contribuido a dejar a los populistas a la cabeza de las masas sin desafiarlos, lo cual también es una capitulación al nacionalismo. El FIT-U debe reorientarse. La tarea urgente para la izquierda argentina es dar una alternativa genuina a la desenfrenada subordinación nacional que ofrece Milei, un camino que fusione la liberación nacional y la social de Argentina. El precio de no hacer esto es garantizar la continua hegemonía de los peronistas en el movimiento obrero, lo que sólo puede fortalecer la reacción y asegurar la derrota.
La satisfacción de cualquier aspiración elemental de la clase obrera y los oprimidos requiere liberar a Argentina del yugo de Washington. Llamados por “asambleas permanentes”, “paro general” y “comités de lucha” no significan nada sin este programa. Las necesidades del proletariado y el pueblo argentino son claras:
- ¡Cancelar la deuda!
- ¡Expropiar los bancos!
- ¡Nacionalizar toda la industria!
Al organizar la lucha alrededor de estas demandas, a través de sus propios métodos y tras sus propios fines, la clase obrera necesariamente confrontará los intereses del capital financiero imperialista y sus lacayos locales. Llamamos a las centrales obreras y el Frente de Izquierda y de Trabajadores-Unidad a dirigir la lucha contra Milei enarbolando dichas consignas.
¡Por la liberación nacional de Argentina a través de la revolución socialista!
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