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El siguiente artículo ha sido traducido de Workers Vanguard No. 1182 (Septiembre de 2024).

Las escuelas en ruinas dejan a los niños sin clase durante meses. Los fallos en la red eléctrica provocan apagones continuos. La Junta devasta la economía nacional mientras extrae millones de dólares en recursos de Borikén. Esto es sólo un atisbo de la vida cotidiana de las masas boricuas, empeorada por la tormenta tropical Ernesto de agosto. Todos los aspectos de la situación son el resultado de una brutal subyugación colonial que sólo puede resolverse mediante la lucha antiimperialista.

Con la devastación de la economía de Puerto Rico, muchos de sus ciudadanos buscan una alternativa al Partido Popular Democrático (PPD) y al Partido Nuevo Progresista (PNP), considerados partidos corruptos y comprometidos con el statu quo opresor. Aprovechando la ola anticorrupción, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) de Juan Dalmau recibió el 13.5 por ciento de los votos en las elecciones a gobernador de 2020, mientras que el recién creado Movimiento para la Victoria Ciudadana (MVC) obtuvo el 14 por ciento. En noviembre de 2023, el PIP (que afirma estar a favor de la independencia) y el MVC (que no adopta posición alguna sobre la independencia) decidieron unir fuerzas y crear un bloque podrido llamado Patria Nueva, también conocido como La Alianza. Aunque ambos grupos afirman querer una eventual “descolonización”—una lucha gradual por las migajas del imperialismo estadounidense—el propósito de esta nueva coalición es luchar contra el “bipartidismo” y acabar con la corrupción. Nada de esto hace nada para desafiar la opresión colonial de Puerto Rico. Simplemente permite a La Alianza presentarse como un mal menor ante el PNP y el PPD.

La izquierda de Puerto Rico y los liberales de Estados Unidos han pintado la candidatura de La Alianza como si trazara una línea fundamental contra el colonialismo. Pero La Alianza ha dejado claro que no lucha por la independencia en las actuales elecciones y que no pondrá obstáculos a los imperialistas. Todo el montaje de las elecciones a gobernador consiste en impulsar la ilusión de que Puerto Rico puede avanzar económicamente bajo el dominio imperialista. Todos los candidatos, desde los más “izquierdistas” hasta los más derechistas, están compitiendo para ver quién puede ser el mejor títere del imperialismo estadounidense y obtener más migajas para la isla. Ninguno de estos candidatos es la respuesta. La tarea de la izquierda en estas elecciones es presentar una opción antiimperialista contra todos los partidos principales.

La mayor parte de la izquierda considera que La Alianza es fundamentalmente diferente del PPD y del PNP. El Congreso Norteamericano sobre América Latina (NACLA), que ejerce cierta influencia en la izquierda, va un paso más allá en su artículo titulado “La nueva alianza de izquierdas de Puerto Rico supone una amenaza para el imperialismo estadounidense”. Éste no es el caso en absoluto. Este bloque podrido se alinea con el imperialismo estadounidense, al igual que los dos partidos principales. En entrevistas con Dalmau, dijo que La Alianza quiere promover un proceso de descolonización para deshacer el actual “estatus colonial” que requiere la participación del Congreso de EE.UU., que le dirá al pueblo puertorriqueño qué estatus político es posible según la Constitución.

Aunque Dalmau y La Alianza reconocen la opresión colonial de Puerto Rico, su respuesta es postrarse a los pies de los amos imperialistas. La idea de que EE.UU. entrará en razón y descolonizará a Puerto Rico es una ilusión mortal que sólo puede aniquilar cualquier movimiento real que amenace al imperialismo estadounidense. Para un partido con “independencia” en su nombre, querer que la misma fuerza que se beneficia de la explotación y subyugación de Puerto Rico haga aportaciones sobre el estatus colonial de la isla socava completamente la lucha por la independencia. Para el PIP, impulsar la “descolonización”, un término conscientemente vago para referirse a la estadidad o a la “libre asociación”, sirve para encubrir su abandono de la lucha por la independencia y, al mismo tiempo, demostrar a los imperialistas que el PIP no amenazará sus intereses en la isla. También pretende engañar a las masas puertorriqueñas haciéndoles creer que el PIP va a luchar contra su subyugación colonial.

El MVC es una mezcolanza de socialistas, académicos y otros que no se adhieren a ninguna tendencia política en absoluto y se enorgullecen de no tener ninguna posición sobre el estatus de Puerto Rico. Esto ha permitido que los estadistas e incluso partidarios del actual estatus colonial se unan a su organización. El actual senador y candidato del MVC, Rafael Bernabé, aunque afirma ser el más izquierdista de La Alianza, tiene la misma postura sobre la “descolonización” que Dalmau. En una entrevista en Jacobin (15 de marzo), afirma: “El MVC como tal no es un movimiento socialista”, al tiempo que sostiene que el MVC debe “comenzar el proceso de autodeterminación” y “de alguna manera notificar al Congreso de EE.UU....[sobre] cómo vamos a descolonizar Puerto Rico”.

La única manera de liberar a la isla de las garras de Estados Unidos es fusionar la lucha por el socialismo con la lucha por la independencia. No hay otra opción. Sin un programa que vincule las dos luchas, no se puede promover ningún interés de la clase obrera y las masas boricuas oprimidas y, en cambio, se terminará negociando los términos de su opresión. Sería lo mismo que con el gobierno actual, que ayuda a ejecutar la voluntad de la dominación imperialista.

La dirección de La Alianza no vincula a propósito el socialismo con la independencia porque entiende que una verdadera lucha antiimperialista requiere desatar el poder de la clase obrera. Esto amenazaría sus propias aspiraciones de clase: ser los principales explotadores de los trabajadores de la isla. Con el declive del imperialismo estadounidense, los amos coloniales no simplemente renunciarán a Puerto Rico, sino que apretarán aún más a su principal colonia y hundirán a la isla con ellos. Por eso no puede haber lucha por la independencia sin lucha contra el imperialismo.

Desde su creación, el PIP ha impulsado la ilusión de que un Puerto Rico independiente puede tener cierta coexistencia pacífica con el imperialismo estadounidense. Esta ilusión ignora la preocupación real de las masas puertorriqueñas de que un Borikén independiente bajo el capitalismo termine como la República Dominicana o Haití. Este temor muy real existe porque las masas boricuas saben que EE.UU. seguirá dominando económicamente y oprimiendo a un Puerto Rico formalmente independiente.

Puerto Rico tiene una importancia estratégica para Estados Unidos desde el punto de vista financiero y militar. La isla es el primer paso desde el continente hacia el Caribe y Sudamérica. EE.UU. se aferra a la isla como contrapeso a Cuba y para fortalecer su posición global a través del desarrollo y la explotación de Puerto Rico y el resto de América Latina. Por eso la lucha por la independencia no puede darse en coalición con la misma fuerza que mantiene a la isla sometida para mantener su dominación mundial. La lucha por la independencia debe estar ligada a la lucha por el socialismo para hacer avanzar el combate antiimperialista en Borikén y romper el chantaje económico de los imperialistas. Esta lucha debe extenderse al resto de América Latina y a los propios EE.UU., algo para lo que La Alianza no tiene ningún programa.

La Alianza le allana el camino a González

La incapacidad de La Alianza y de la izquierda para responder a las necesidades candentes de la clase obrera ha propiciado el ascenso de políticos como Jenniffer González. La “sorpresa” de las elecciones primarias del PNP no debería ser una sorpresa en absoluto. El gobernador Pedro Pierluisi, que respalda al Partido Demócrata, es ampliamente considerado por la población como responsable de fomentar el declive económico de Puerto Rico. González, actual representante sin voto de Puerto Rico en el Congreso, que apoya a los republicanos, ha aprovechado esta circunstancia para criticar a Pierluisi por cómo ha gobernado. Ha ganado apoyo por querer luchar contra la corrupción, acabar con la violencia contra las mujeres y crear incentivos para que los médicos se queden en Puerto Rico. Todos estos puntos también forman parte de la plataforma de La Alianza. Entonces, ¿por qué González obtiene 43 por ciento en las encuestas y Dalmau 24 por ciento? Si la clase trabajadora ve que el único plan que presentan todos los candidatos es mendigar migajas a EE.UU., entonces las masas querrán la opción que crean que tiene más probabilidades de lograr resultados.

Como representante en el Congreso, González consiguió 117 mil millones de dólares en ayuda financiera tras los huracanes María e Irma. Habla de las necesidades sentidas de la clase trabajadora, incluso dice que el estatus actual impide que lleguen inversiones y paraliza la economía de la isla. Pero su solución es que Puerto Rico se convierta en un estado. Esto sólo profundizará su opresión nacional, mientras que no hace nada para resolver su subordinación económica a Wall Street. La crisis de Borikén no se debe a la falta de inversión, sino al imperialismo estadounidense y su capital financiero.

La clase dominante estadounidense—incluido Trump, a quien apela González—no quiere que Puerto Rico se convierta en un estado porque es mucho más valioso como colonia. Con Borikén como colonia, los gobernantes estadounidenses pueden imponer medidas de austeridad e impuestos que drenan a la isla millones de dólares. Sólo en 2022, los puertorriqueños pagaron 4 mil 800 millones de dólares en impuestos mientras las infraestructuras básicas de la isla se desmoronaban. González ha utilizado Hawái como ejemplo “positivo”, afirmando que la economía de Hawái se triplicó tras convertirse en estado. Es cierto que la economía hawaiana experimentó un impulso tras convertirse en estado. Pero a diferencia de hoy, en 1959 el imperialismo estadounidense estaba en una posición de fuerza y pudo dar millones en Hawái para contrarrestar a la Unión Soviética y China, al igual que hizo con Puerto Rico para contrarrestar a Cuba. Con la hegemonía estadounidense en declive y Cuba en decadencia económica, los imperialistas no ven la necesidad de apuntalar la economía de Puerto Rico o invertir en la industria. Al día de hoy, las condiciones de la población nativa hawaiana son de desplazamiento, indigencia y falta de vivienda, y su cultura e idioma casi han sido aniquilados. La perspectiva de la asimilación a los EE.UU. anglófonos provoca una reacción visceral en la mayoría de los boricuas.

Ni Dalmau ni González son una respuesta para la clase obrera puertorriqueña. Pero hay un camino a seguir. Los combativos trabajadores boricuas y la izquierda antiimperialista deben escindir a La Alianza por líneas de clase y construir un partido comunista que luche por hacer avanzar la liberación nacional hacia la revolución socialista. Tal partido sólo puede construirse mediante la lucha por la dirección del movimiento sobre un programa para desatar el poder de la clase obrera contra los imperialistas estadounidenses. Una organización comunista genuina se contrapondría a La Alianza y expondría en cada etapa cómo traiciona las aspiraciones de liberación de las masas puertorriqueñas y continúa su subyugación al imperialismo estadounidense. Es obligación de los comunistas mostrar cómo los intereses de clase de La Alianza la hacen incapaz de dirigir la lucha por la liberación nacional hasta su conclusión y por qué la clase obrera debe dirigirla en su lugar.

El callejón sin salida de la autosuficiencia

Mientras una parte de la izquierda busca hacer tratos con los imperialistas, la otra parte aspira a un Puerto Rico autosuficiente. La política de autosuficiencia no es sólo una reacción al imperialismo, sino también un programa pequeñoburgués nacido de la incapacidad de vincular la lucha por la liberación nacional con la necesidad de la revolución en la región. Es un justo deseo de las masas oprimidas puertorriqueñas controlar su propio destino. Pero no pueden hacerlo solas. Desde la Operación Bootstrap, que dejó la agricultura en ruinas, hasta las reformas neoliberales aplicadas tras el colapso de la Unión Soviética, que obligaron a la isla a un endeudamiento perpetuo, la economía de Puerto Rico fue diezmada a propósito por el imperialismo yanqui para mantener a Borikén de rodillas.

Este estrangulamiento económico ha destruido la industria de la isla y ha provocado un empobrecimiento y un desempleo masivos. Nada más hay que ver la situación en torno a LUMA. Miles de personas perdieron sus empleos, incluidos los trabajadores eléctricos de UTIER, cuando se privatizó la autoridad eléctrica PREPA hace seis años. Hoy, los puertorriqueños pagan una de las tarifas eléctricas más altas de todos los territorios de EE.UU. y de los 50 estados. En total, los puertorriqueños gastan el 8 por ciento de sus ingresos en electricidad, frente al 2.4 por ciento de los residentes en EE.UU. En 2022, el precio de la electricidad aumentó siete veces para cubrir los crecientes costes de LUMA por el combustible, que se importa en gran medida de Estados Unidos.

Dalmau ha prometido cancelar el contrato de LUMA si resulta electo. Pero cancelar el contrato sin enfrentarse al imperialismo estadounidense no puede resolver la crisis eléctrica. La simple cancelación del contrato de una empresa sólo prepara el terreno para que otra empresa con sede en Estados Unidos se haga con el control de la industria. Es necesario cuestionar toda la relación colonial, algo que Dalmau y La Alianza no están dispuestos a hacer.

Lo que Borikén necesita son obras públicas masivas para reconstruir viviendas y escuelas, así como la reindustrialización, todo lo cual exigiría contrataciones masivas. Pero eso no es lo que ofrece el programa de autosuficiencia. Ninguna de estas cosas puede lograrse bajo la dominación imperialista, aunque Puerto Rico fuera formalmente independiente. Un Puerto Rico económicamente aislado en la esfera del imperialismo estadounidense se enfrentará a un empobrecimiento aún más aplastante. Ésta es la razón principal por la que la clase obrera boricua nunca ha sido ganada a la política de autosuficiencia de un Puerto Rico capitalista independiente: la ven, con razón, como una continuación de la pobreza brutal.

La política de autosuficiencia busca que la burguesía nativa lleve a cabo el desarrollo nacional. Pero la burguesía nativa es un obstáculo para el desarrollo, que requiere poner en peligro los derechos de propiedad capitalistas, porque sólo llevará a cabo medidas en tanto que no amenacen sus propios intereses. En caso contrario, la burguesía nacional, que mantiene a las masas oprimidas atadas a sus amos yanquis, se pondría rápidamente del lado del imperialismo para aplastar cualquier sentimiento revolucionario entre los oprimidos. Para que tenga lugar cualquier desarrollo nacional, la clase obrera boricua debe echar a la burguesía nativa y vincular su justa lucha por la liberación nacional a las luchas de sus hermanos y hermanas de clase en Estados Unidos y América Latina.

Por mucho que hable de solidaridad, la izquierda puertorriqueña no llama a la unidad revolucionaria de los trabajadores estadounidenses y boricuas, a pesar de que ambos tienen un enemigo común en el imperialismo estadounidense. Al mismo tiempo que el capital estadounidense destruye Puerto Rico, la clase obrera estadounidense sufre la falta de vivienda, el desempleo, el estancamiento de los salarios y la profundización de las divisiones raciales a manos de sus gobernantes. La situación se ha vuelto aún más explosiva, ya que cada operación militar llevada a cabo por EE.UU. ha sido a costa de los trabajadores. Las masas trabajadoras estadounidenses son un aliado natural en la liberación de Puerto Rico. Una verdadera lucha antiimperialista en la isla inspiraría a la clase obrera estadounidense, incluido su componente puertorriqueño de millones de personas, a luchar contra sus propios gobernantes, que también los están jodiendo. Esto provocaría una crisis en los ya inestables EE.UU. en beneficio de su clase obrera y aflojaría el control del amo sobre Puerto Rico. Por eso a ambos proletariados les conviene formar un frente único antiimperialista.

La conferencia fundacional de la IV Internacional de 1938 lo expone con sencillez:

“Los miembros de la IV Internacional subrayan que ningún país de América Latina o del Pacífico, que ahora se encuentra bajo algún grado de dominación del imperialismo yanqui, puede alcanzar su liberación completa si ésta se limita a sus propios esfuerzos. Únicamente una unión de los pueblos de América Latina, orientada hacia una América socialista vivificada, aliada al proletariado revolucionario de EE.UU., será lo bastante fuerte para expulsar con éxito al imperialismo de América del Norte”.

Oportunismo y sectarismo en las elecciones

Es casi imposible encontrar un grupo de izquierda en Puerto Rico que no esté por la independencia y el socialismo. Pero, ¿cómo están luchando por ello en el contexto de las próximas elecciones? No lo hacen. Nadie en la izquierda está presentando una opción antiimperialista. Gran parte de la izquierda, como Democracia Socialista (sección de la Cuarta Internacional), apoya a La Alianza como un paso en la dirección correcta.

Esto es completamente falso. Todos los aspectos de la vida cotidiana en la isla están controlados por el imperialismo estadounidense. El declive del imperio estadounidense ha tenido efectos catastróficos en Puerto Rico. Estados Unidos ha impuesto medidas de austeridad que desvían recursos de Puerto Rico hacia los bolsillos de los bonistas y los grupos de fondos de cobertura. La deuda no sólo está paralizando a Puerto Rico, sino que cada centavo que se pague profundizará su subordinación a los gobernantes imperialistas y debilitará aún más a las masas boricuas. Por eso, una organización que no tiene un programa para derrotar al imperialismo estadounidense no es un paso en la dirección correcta, sino que sólo reforzará la opresión nacional.

El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) ha criticado a La Alianza, incluso reconociendo que el MVC no tiene ninguna posición sobre la independencia. Pero en lugar de denunciar a La Alianza como un bloque podrido que no representa ninguna amenaza para el imperialismo, el MST le da un apoyo crítico porque “plantea la posibilidad de adelantar la lucha inmediata por arrancarle al neoliberalismo los derechos que nos ha arrebatado”. Es crucial combatir el capitalismo y el neoliberalismo. Pero es imposible hacerlo sin un programa centrado en la lucha contra la subyugación colonial. De lo contrario, Estados Unidos seguirá aplicando reformas neoliberales e introduciendo capital extranjero en Puerto Rico, creando mayor pauperización. A medida que La Alianza gana más tracción, el MST y el resto de la izquierda se limitan a seguirla, cediéndole el terreno en lugar de plantar un polo antiimperialista en estas elecciones.

Una corriente minoritaria de la izquierda se niega a votar por La Alianza porque sabe que no lucha por la independencia. Estos izquierdistas ven con razón a los miembros del bloque como políticos burgueses que quieren una oportunidad para convertirse en administradores de la voluntad imperialista, pero están completamente paralizados sobre qué hacer. Un ejemplo es Trabajadores y Estudiantes Comunistas por el Cambio Social (TECCS), que produce propaganda frecuente que abarca desde cuestiones históricas hasta los problemas cotidianos de Puerto Rico. Consideran correctamente que el movimiento obrero es clave, pero no plantean una alternativa para la clase obrera en las elecciones porque su posición es abstenerse totalmente de las elecciones.

En su artículo sobre las elecciones de 2020, TECCS dice: “Como comunistas revolucionarios nos reafirmamos en el proceso revolucionario y no podemos creer en el engaño y la trampa reformista con participar en un proceso donde cara o cruz el sistema capitalista gana y los trabajadores pierden”. Más adelante, denuncian al MVC y al PIP como “organizaciones ‘progresistas’, intentando acaparar el descontento del pueblo… y desafortunadamente muchas personas caen víctimas de estas falsas promesas, de que se puede resolver el conflicto de clase pacíficamente dentro del marco de esta sociedad, perpetuando así el sistema de explotación”.

TECCS tiene razón en sus críticas al MVC y al PIP y en no votar a Dalmau ni a nadie en las actuales elecciones. Pero se desentiende completamente del proceso electoral, y por lo tanto no presenta una opción antiimperialista en contraposición al PIP y a Dalmau. Esto simplemente le permite a Dalmau continuar sin desafío alguno impulsando falsas promesas de que el progreso en Puerto Rico puede ocurrir bajo la dominación imperialista. La tarea de los comunistas boricuas es intervenir en cada arena para exponer a La Alianza por lo que es y demostrar en acción a la clase trabajadora que la única manera de acabar con este sistema de explotación es mediante la lucha contra el imperialismo.

Tener una opción antiimperialista en las elecciones facilitaría la construcción del partido por la independencia y el socialismo que los trabajadores necesitan desesperadamente, pero que falta en el terreno político puertorriqueño actual. Sin este partido, las masas oprimidas no podrán romper las cadenas de su sometimiento imperialista y avanzar en la lucha por la independencia. Una estrategia abstencionista en las elecciones es una barrera al “proceso revolucionario”.

Una lucha exitosa del proletariado boricua por la independencia respecto al colonialismo estadounidense puede ser una fuerza motriz para la revolución en el Caribe y toda América Latina. Detener la destrucción de Puerto Rico y reconstruir su industria requiere deshacerse de la deuda, expropiar los bancos y luchar contra la burguesía nacional, que encadena a las masas a sus amos coloniales. Con eso en mente, la clase obrera y las masas oprimidas deben unirse bajo las siguientes consignas:

  • ¡Nacionalizar la industria eléctrica y todas las demás! ¡Fuera LUMA!
  • ¡Cancelar la deuda y expropiar los bancos!
  • ¡Fuera La Junta y los imperialistas yanquis!
  • ¡Luchar por la independencia y el socialismo, ya!