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Puerto Rico se encuentra al borde del abismo, con una población que enfrenta una pobreza cada vez mayor y el colapso de la infraestructura básica. Ahora, mientras busca reforzar el dominio global del imperialismo estadounidense, el gobierno de Trump apretará aún más las tuercas sobre Puerto Rico. Las masas están enojadas por su situación y quieren salir de la miseria. La “Marcha por la Independencia de Puerto Rico” del 31 de agosto reunió a unas 3 mil personas, la mayoría de las cuales eran jóvenes activistas sin afiliación política. La profundidad de la crisis en Puerto Rico explica por qué la gente acudió a la primera manifestación a favor de la independencia en muchos años. Esto demostró su deseo de ser libres y controlar su propio destino, ya que el deteriorio social y político hace que el futuro de los boricuas sea incierto.
Pero, aunque la marcha independentista fue un paso adelante,se quedó corta, ya que unos pocos miles de personas en las calles no son suficientes para combatir con éxito la causa fundamental de la grave situación de Puerto Rico. Para impulsar la lucha por la independencia y ser verdaderamente libres, es necesario que haya un amplio movimiento de las masas boricuas contra el imperialismo estadounidense. Incluso los asistentes señalaron que se necesita una mayor participación. Pero culparon de la falta de participación a que las personas estaban “mal informadas” sobre la independencia. Si ése es el caso, ¿cómo se consigue que la gente salga a la calle?
Hacer trabajo combativo en los sindicatos
Librar una batalla seria contra el imperialismo requiere la participación de la clase trabajadora. Pero este componente clave faltó en la manifestación del 31 de agosto. Rumbo Alterno (la sección puertorriqueña de la Internacional Comunista Revolucionaria) afirma en su volante para la marcha, "¿Por qué luchamos por la independencia?", que "la gran ausencia en este debate ha sido la clase obrera". Y otros grupos de izquierda, desde Democracia Socialista (DS) hasta el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y los Trabajadores y Estudiantes Comunistas por el Cambio Social (TECCS), también hablan de la necesidad de que la clase obrera participe en el movimiento.
La razón por la que la clase trabajadora no fue una fuerza organizada en la manifestación es que no ve ninguna conexión entre la causa de la independencia y su vida cotidiana. La dirigencia sindical es en gran parte responsable de esto, ya que traiciona continuamente las necesidades cotidianas de la clase obrera mientras habla combativamente de independencia, sólo para traicionar también esa lucha. En cuanto a la izquierda, seamos honestos. La clase obrera no toma en serio a la izquierda porque ésta carece de un plan real para combatir el imperialismo estadounidense y es incapaz de dar respuestas a los problemas cotidianos de los trabajadores. Esto debe cambiar: los revolucionarios boricuas deben asumir la tarea de ganarse la confianza de la clase trabajadora.
El primer paso para ganarse esta confianza es mostrar que tienes idea de qué está pasando. La principal manera de lograr esto es demostrando claramente la conexión entre la lucha por las reivindicaciones económicas y la lucha contra la dominación imperialista. La burocracia sindical las mantiene separadas a propósito. Establecer esta conexión no es difícil cuando los amos coloniales controlan todos los aspectos de la vida cotidiana y privan a los trabajadores de buenos salarios, pensiones y empleos.
Es fundamental que los revolucionarios realicen un trabajo combativo en los sindicatos y formen grupos antiimperialistas que se opongan a las políticas capituladoras de la actual dirigencia sindical. Muchos líderes sindicales denuncian los ataques a la clase trabajadora. Pero su estrategia es frenar los peores excesos de la privatización y la dominación colonial en lugar de luchar contra los patrones imperialistas. Esta falla sólo ha empeorado las condiciones y reforzado la opresión nacional.
El peor de los ejemplos es la toma de control de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) por parte de LUMA. La dirección sindical de la UTIER se opuso a la privatización desde el principio, pero su idea de contraatacar fue organizar una serie de paros de un día que nunca desafiaron el dominio imperialista sobre la isla. Estas huelgas movilizaron una oposición masiva a la privatización de la energía. Pero en lugar de canalizar esa ira y dirigirla contra la subyugación colonial, la dirección de la UTIER limitó la lucha a simplemente cancelar el contrato de LUMA. No hay nada de malo en querer cancelar el contrato, pero si esa lucha no está vinculada a la oposición a la dominación imperialista de la isla, otra empresa estadounidense simplemente intervendrá.
Hay muchos líderes sindicales que se consideran independentistas, pero no movilizan a los sindicatos para luchar por la independencia ni fomentan una actitud antiimperialista en la clase. Los revolucionarios que realizan una labor militante en el movimiento obrero deben competir por la dirección de los sindicatos y la lucha por la independencia, demostrando a los trabajadores que deben luchar por la independencia, no por obligación moral, sino porque son ellos la clave de la lucha de liberación nacional. Para ganarse la confianza de la clase obrera, los revolucionarios deben presentar un plan real para luchar contra la subyugación colonial de la isla. También es necesario inculcar en las masas trabajadoras la confianza en su capacidad para cambiar radicalmente su situación cotidiana. Se trata de una combinación de una clase obrera que lucha por romper sus ataduras coloniales y una dirección comunista con un plan de lucha contra el imperialismo que movilizará a las masas.
La izquierda no hace nada de esto. En cambio, opta por un pacto de no agresión con la burocracia sindical. Esto no ayuda al movimiento, ya que asociarse con una dirección que sigue traicionando a la clase sólo hace que la izquierda parezca traidora también. Pero la izquierda no lo ve así. Para ésta, todo puertorriqueño vinculado al movimiento obrero, especialmente con su dirección, lucha automáticamente por el bien de la clase obrera. Este marco idealista y moralista desarma a los trabajadores al ocultar cómo el programa de la burocracia sindical es un obstáculo para lograr condiciones dignas y avanzar en la lucha por la independencia.
Impulsar una opción antiimperialista en las elecciones
La negativa de los grupos de izquierda a desenmascarar a la burocracia sindical no es la única forma en la que socavan la confianza de la clase obrera. Cuando no buscan excusas para los líderes sindicales, recurren a las fuerzas pequeñoburguesas para liderar la lucha por la independencia. En su artículo “Democracia socialista y la lucha por la independencia” (1º de septiembre), DS escribió que la independencia es necesaria, y agregó: “Una independencia que construya un país igualitario, solidario y ecológico… la única manera de lograr esa independencia es a través de la organización del pueblo trabajador y de todos los sectores oprimidos para la defensa de sus intereses.”
Estamos totalmente de acuerdo. Pero DS, que se proclama antiimperialista, ayudó a crear una de las mitades de La Alianza: el Movimiento Victoria Ciudadana, cuya base fundamental es no abogar por la independencia. Esto atrajo al grupo a elementos pro estadistas y prostatu quo. En cuanto a la otra mitad de La Alianza, encabezada por Dalmau, la izquierda sabía que éste no luchaba contra el imperialismo y que había abandonado la lucha por la independencia para formar esa coalición podrida. Aun así, impulsaron a Dalmau como candidato para derrotar a González y afirmaron que La Alianza era un paso en la dirección correcta.
Muchos jóvenes activistas que asistieron a la marcha del 31 de agosto aún creen que esto es cierto. Es una contradicción que militantes independentistas en una manifestación para luchar por la independencia (y contra el imperialismo) creyeran que La Alianza, que nunca se declaró a favor de ninguna de las dos luchas, merecía su apoyo. Pero la estrategia gradualista de la izquierda engañó a los jóvenes militantes haciéndoles creer que Puerto Rico puede avanzar dentro de los límites de la subyugación imperialista. Una ilusión como ésta es mortal, ya que tal estrategia sólo garantizará que Borikén sea oprimida aún más por los amos coloniales.
Cambiar las condiciones políticas y sociales de la isla requiere que las masas actuen contra los imperialistas, no que les mendiguen unas migajas más mientras aceptan el statu quo. Esto es exactamente lo que la plataforma política de La Alianza establecía claramente: no expulsaría a La Junta y continuaría pagando la deuda impuesta por los imperialistas. Esto es una capitulación total al imperialismo estadounidense. El programa de La Alianza nunca podrá traer un cambio fundamental a la isla porque eso requeriría liberar el potencial revolucionario de la clase trabajadora. Y eso es algo que nunca hará porque amenazaría sus propios intereses de clase pequeñoburgueses, como mantener la propiedad privada y ser los siguientes en la línea de sucesión para administrar el dominio colonial.
Es fundamental entender que una organización que no centre su programa en la necesidad de luchar contra el imperialismo nunca será un paso en la dirección correcta, sino que sólo reforzará la opresión nacional de Borikén. Buscar que las fuerzas pequeñoburguesas lideren de alguna manera la lucha por la liberación nacional siempre ha sido un desastre. Pero esto es precisamente lo que hizo la mayor parte de la izquierda y lo que hace que la línea del artículo de DS sobre la independencia y la "organización del pueblo trabajador" no valga nada.
Lo que los revolucionarios deberían haber hecho era presentar una opción antiimperialista en las elecciones. Esto habría facilitado la construcción de un partido por la independencia y el socialismo, algo por lo que grupos de izquierda como Rumbo Alterno llaman, pero que escondieron en las elecciones para apoyar a Dalmau. Presentar un candidato antiimperialista habría polarizado las elecciones y dividido a la izquierda entre quienes son verdaderos luchadores por la liberación nacional y quienes buscan conciliar con el imperialismo. También habría polarizado a la derecha y galvanizado a quienes ven el voto como una pérdida de tiempo. Este potencial se desperdicia cada vez que la izquierda se pone a la cola de fuerzas pequeñoburguesas. Sin un partido antiimperialista, las masas oprimidas no podrán romper las cadenas de su subyugación colonial ni avanzar en la lucha por la independencia. Pero el concepto de una opción antiimperialista en las elecciones no se encuentra en el panorama político puertorriqueño, lo que obliga a las masas trabajadoras, que veían la verdad sobre Dalmau, a elegir entre el Partido Nuevo Progresista o el Partido Popular Democrático.
Por esto es que abstenerse en las elecciones es equivocado, como hizo TECCS. Su negativa a brindar a los trabajadores una opción que pudiera ayudarlos a defenderse dejó a Dalmau sin oposición, a pesar de que TECCS veía que La Alianza no tenía nada que ofrecer a las masas boricuas, salvo más de lo mismo. Es cierto que la independencia no se conquistará mediante elecciones, pero sigue siendo importante luchar en este terreno porque la clase trabajadora presta atención a lo que dice cada partido y candidato, voten o no. Cuando los trabajadores vean una opción que responda a sus necesidades y les ofrezca un camino hacia la independencia y el socialismo, esto seguramente los acercara a la lucha. Por eso, los comunistas boricuas deben intervenir en todos los ámbitos para exponer a los conciliadores del régimen colonial, desde las elecciones hasta los sindicatos, para mostrar a los trabajadores que la única manera de acabar con su brutal explotación y opresión nacional es luchar contra el imperialismo estadounidense.
DS incurrió en su propia forma de abstencionismo al negarse a asistir a la manifestación del 31 de agosto. Ésta no es una crítica mezquina, sino un punto necesario, especialmente a la luz de su artículo del 1º de septiembre, que básicamente es una polémica contra la protesta. El artículo ofrece una excusa izquierdista para su abstencionismo y su sectarismo. No hay nada de malo en tener diferencias sobre cómo se organiza una manifestación, pero es necesario presentarte y luchar por tu programa si crees que ésa es la base sobre la que debería haberse organizado la protesta.
No es ningún secreto que las luchas entre fracciones son frecuentes en la izquierda puertorriqueña. Esto no ayuda en nada a la ya pequeña y fragmentada izquierda, y sólo aleja a la clase trabajadora de la causa. En cambio, la izquierda debe dejar claras sus diferencias políticas mediante debates y discusiones abiertas. Ésta es la única manera de aclarar qué camino debe seguir la lucha por la independencia, al tiempo que se muestra a la clase trabajadora que la izquierda se toma en serio la lucha por una política revolucionaria.
Quedarse en casa no hará que la clase trabajadora salga a la calle, sino que reforzará todas las razones por las que no debe unirse a la lucha. Si vas a decir que es necesaria una organización de trabajadores, entonces tienes que salir a la calle y organizar a los trabajadores. Si crees que es necesaria una sociedad igualitaria, entonces demuestra cómo el resto de la izquierda traiciona esa lucha. Luchar por tu programa, exponer los obstáculos en el camino y llevar las lecciones a los trabajadores es la única manera de ganarlos.
Las masas están enfadadas por sus condiciones, pero ese enojo está separado de la única fuerza que puede poner fin al empobrecimiento. Si la clase trabajadora viera a la izquierda como verdaderos oponentes del imperialismo que tienen una idea de las necesidades de la clase, entonces las masas trabajadoras la apoyarían. Pero ése no es el caso, porque la izquierda sigue socavando los intereses y la confianza de los trabajadores. Esto ha llevado a la clase obrera a asociar a la izquierda con la política populista de la clase media, en lugar de con un programa de lucha de clases. Es hora de que la izquierda cambie de rumbo si quiere liberar a Borikén de sus cadenas coloniales.
Construir una alianza antiimperialista
Puerto Rico tiene importancia financiera para Estados Unidos, que desangra la economía de la isla para financiar sus aventuras imperialistas. Y, como demuestra su actual uso como plataforma de lanzamiento para la agresión contra Venezuela y Colombia, también tiene importancia militar para Estados Unidos. Por no hablar de cómo se ha utilizado históricamente Puerto Rico para contrarrestar a Cuba.
En este momento, hay pequeñas pero frecuentes protestas en Puerto Rico contra el aumento de la presencia militar estadounidense. Los manifestantes se oponen acertadamente a la intervención de Estados Unidos en Venezuela y recuerdan la historia de Vieques. La lucha contra el ejército imperialista, si se vincula a la lucha por la independencia, puede realmente desencadenar una lucha más amplia en la isla.
El gobierno de Trump se ha propuesto ir tras diferentes países de América Latina, reforzando su sumisión. La nueva ola de ataques contra estos países formalmente independientes ha hecho que las masas puertorriqueñas desconfíen de la lucha por la liberación, porque si Estados Unidos puede hacer lo que quiere con naciones más grandes como Colombia y Venezuela, podría hacer cosas mucho peores con un Puerto Rico independiente. Pero hay una respuesta a esta preocupación. La clase trabajadora boricua comparte un enemigo común, el imperialismo estadounidense, con el resto de las masas oprimidas de América Latina. Para defenderse de estos ataques y limitar el control del amo sobre la región, es necesario formar una alianza antiimperialista de América Latina que una el combate de las masas trabajadoras en una lucha dirigida contra los señores coloniales.
Y no debemos subestimar el impacto que esto podría tener. Una lucha seria de las masas oprimidas de América Latina contra la dominación imperialista inspiraría a los trabajadores estadounidenses, que también están siendo aplastados. A su vez, una lucha real de los trabajadores en las entrañas de la bestia imperialista podría dar más margen de maniobra a Puerto Rico y a toda América Latina para continuar su lucha. Esto demuestra que apoyar las luchas de los demás no sólo está en el interés material de estos proletariados, sino que también es la única forma de derrotar al monstruo imperialista y lograr la verdadera liberación para todos.

