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Trump ha desatado a la Guardia Nacional y a los Marines en servicio activo en Los Ángeles para aplastar cualquier protesta anti-ICE. Esta escalada de su campaña antiinmigrante—que se produce después de la intensificación de las redadas en los lugares de trabajo y la detención y paliza del presidente de SEIU California, David Huerta—ha sentado un precedente escalofriante. El zar de la frontera, Tom Homan, amenaza con “más redadas en los lugares de trabajo de las que jamás se han visto en la historia de esta nación”, mientras que el propio Trump promete que los manifestantes “serán golpeados más duro de lo que nunca han sido golpeados antes”.
Se trata de un ataque despiadado no sólo contra los inmigrantes, sino contra todo el movimiento obrero, desgarrando el tejido de los sindicatos y decapitando a sus dirigentes. Pero ese fue siempre uno de los objetivos de las deportaciones: debilitar y dividir a la clase trabajadora. El pretexto de perseguir sólo a los criminales fue siempre una basura, solamente una excusa para que los federales aterrorizaran a las comunidades inmigrantes y a la población trabajadora en su conjunto. Pregúntale a cualquier persona negra si la “guerra contra las drogas” era sólo acerca de “ir a por los criminales”. Especialmente en Los Ángeles, donde la clase obrera es mayoritariamente latina e inmigrante, si crees que estos ataques se van a limitar a los “maleantes”, estás realmente mal de la cabeza. Como dijo Tupac: “No sería L.A. sin mexicanos”.
Esta escalada debe detenerse en seco. Debemos unirnos y adoptar una postura: ¡No a las deportaciones! ¡ICE, la Guardia Nacional y los Marines fuera de L.A.! ¡Libertad a todos los detenidos y manifestantes! Los manifestantes militantes no deben ser abandonados a su suerte. Tenemos que organizar la defensa más fuerte posible de los inmigrantes para hacer retroceder a Trump. La pregunta es: ¿cómo?
Para reunir la fuerza para hacerlo, la clave es ganar a la clase trabajadora de Los Ángeles a la lucha. En este momento, la presión es intensa para que los trabajadores se centren en sus situaciones individuales y agachen la cabeza. Pero hacer eso no logrará nada, excepto dejarlos más vulnerables mañana. La parálisis ante el ataque de Trump debe romperse haciendo hincapié en que el país solo descenderá aún más hacia el caos sin una lucha colectiva hoy. Tener una parte de la clase trabajadora aterrorizada y forzada a las sombras socava nuestra capacidad de lucha y garantiza que todos sigamos jodidos.
Para unir nuestras filas en la lucha, no se pueden ignorar las divisiones que existen entre nosotros. Muchos trabajadores (incluidos latinos e inmigrantes) votaron por Trump porque creían que sus vidas mejorarían si todos los “ilegales” fuesen detenidos y expulsados del país, abriendo puestos de trabajo y recursos para los que llevan más tiempo aquí. Cada día, este país se vuelve más y más inhabitable, ya que las necesidades básicas se vuelven cada vez más inalcanzables—ya sea vivienda de calidad, atención médica, puestos de trabajo; caray, incluso el precio de los comestibles se está disparando. Los trabajadores de Los Ángeles y Nueva York ni siquiera pueden permitirse vivir donde trabajan, y se ven obligados a desplazarse diariamente durante horas para poder subsistir a duras penas.
Estas preocupaciones no pueden ignorarse. Hay una manera de defender el sustento de los trabajadores nacidos en Estados Unidos y de los inmigrantes, pero no si se enfrentan unos a otros. El resultado de la campaña contra los inmigrantes no será más empleo para los trabajadores nacidos en Estados Unidos, sino empleos en peores condiciones. Todos los trabajadores estarán en una posición más débil incluso para mantener lo que tienen ahora. Si estos ataques quedan sin respuesta, las autoridades del estado se sentirán más fuertes para atacarnos más agresivamente a todos. ¡No dejemos estos ataques sin respuesta! Obreros: ¡defiéndanse! ¡Un golpe contra uno es un golpe contra todos!
A pesar de emitir declaraciones de solidaridad con David Huerta, quien enfrenta un cargo federal por conspiración, SEIU y otros líderes sindicales están refrenando a los trabajadores para que realmente desplieguen su poder para defender a Huerta y a todos los demás arrasados por la policía y la migra. Esto se debe a que los burócratas sindicales están en la cama con la misma gente que ha presidido la destrucción de Los Ángeles durante décadas: los demócratas. Tras la elección de Trump, SEIU California hizo campaña para animar a Karen Bass a convertir Los Ángeles en una “ciudad santuario”. ¡La misma Karen Bass acaba de aprobar la contratación de casi 250 policías más para ayudar e instigar a ICE, romper los cráneos de los manifestantes y aterrorizar a los angelinos negros y latinos! ¡Vaya coalición de negros y latinos! Bass y Gavin Newsom cooperan con la campaña anti-inmigrante, incluso mientras pretenden ser duros contra Trump, criticándolo por enviar la Guardia Nacional ... porque LAPD ya estaba haciendo el trabajo.
Todo el concepto de “ciudades santuario” popularizado durante la “resistencia” del primer mandato de Trump fue una mentira del Partido Demócrata para atraer a activistas y trabajadores, mientras se mantenía el estatus quo de ciudades deterioradas e inmigrantes indocumentados como reserva de mano de obra barata. Esto es lo que Bass, Newsom y otros demócratas quieren decir cuando dicen que aman a los inmigrantes... para la superexplotación. Y cuando los demócratas retomaron la Casa Blanca, Biden deportó a tantos que Trump ahora está ansioso por superarlo. Aunque Bass se opone a las redadas del ICE, es porque prefiere redadas menos perturbadoras para los negocios. Una alianza con la gente que no ha hecho más que causar miseria a Los Ángeles no le llevará a ninguna parte y hará imposible ganar a los trabajadores—a quienes Bass y Newsom echaron en brazos de Trump—a la defensa de los inmigrantes.
Durante décadas, los demócratas de Los Ángeles han hecho un hábil trabajo enfrentando a negros y latinos en competencia por las sobras que se ofrecen. Esto ha alimentado la división racial y ha hecho que los negros desconfíen de los latinos y sientan que no tienen interés en luchar contra las actuales redadas. Pero esto no podría estar más lejos de la realidad. Todo el mundo sabe que cuando el estado ataca, los negros son siempre los primeros o los siguientes en la fila. Las luchas de los negros, de los latinos y de toda la clase obrera avanzan juntas o retroceden por separado. No podemos permitir lo segundo.
Trump ha declarado la guerra a Los Ángeles. No hay tiempo que perder. Los trabajadores deben dar un paso al frente para defender a los inmigrantes y a sí mismos. Los 60,000 trabajadores del sindicato SEIU Local 721 del condado de Los Ángeles, en su mayoría inmigrantes, han estado trabajando sin contrato. Sus dirigentes les enviaron de vuelta al trabajo después de una huelga de dos días a finales de abril sin nada que mostrar. ¡La huelga debe reanudarse! Una lucha de los miembros del Local 721 contra sus jefes demócratas por un contrato decente vinculado a la lucha contra las deportaciones sería un paso real hacia la construcción de un movimiento que pueda tanto hacer a Los Ángeles un lugar habitable como parar a ICE en seco. Esto sería un faro para otras fuerzas de trabajo sindicalizadas clave en Los Ángeles y más allá para asumir la lucha para detener las redadas. Los trabajadores no pueden esperar a que sus líderes inicien este tipo de acciones, sino que tendrán que empujar hacia adelante en su contra. Por ejemplo, aunque miles de sindicalistas acudieron a la concentración iniciada por el SEIU en Grand Park el 9 de junio, los dirigentes sindicales les ordenaron dispersarse en lugar de marchar al juzgado donde Huerta estaba siendo procesado.
Los organizadores sindicales deberían desplegarse por toda la ciudad para intersecar y organizar los lugares de trabajo no sindicalizados antes de que ICE aparezca. Entonces, cuando intenten llevar a cabo sus redadas para sembrar el terror entre la mano de obra, los trabajadores tendrán el respaldo de los sindicatos para mantener estos negocios cerrados hasta que todos los detenidos y arrestados sean puestos en libertad. Los sindicatos también deberían estar preparados para ampliar la protección a cualquier centro de trabajo no sindicalizado que sea objeto de redadas para darle el apoyo que necesita para mantener las operaciones cerradas durante el tiempo que sea necesario. Cada sindicato en L.A. debería poner en marcha comités de defensa de los inmigrantes independientes de la patronal, si no lo han hecho ya, para movilizarse en cualquier momento y lugar contra las operaciones de ICE.
La dirección internacional del ILWU emitió una declaración de solidaridad en nombre de Huerta, pero no ha hecho nada para respaldarla. Los propios trabajadores portuarios deben tomar la iniciativa; de lo contrario, el movimiento obrero corre el riesgo de retroceder. Muchos trabajadores portuarios viven en Paramount y otros barrios asediados por ICE. ILWU Local 13 podría cambiar toda la situación si demostrara a Trump que no es el único que puede estrangular el comercio para promover sus intereses de clase.
Los líderes sindicales afirman que los contratos preexistentes les atan las manos para no movilizar a los sindicatos en una demostración de fuerza. Pero Trump está ocupado reescribiendo las reglas del juego y demostrando que le importan un bledo los derechos democráticos, y mucho menos los derechos de los inmigrantes. Aferrarse a reglas que ya no se aplican es un suicidio para los sindicatos, igual que limitar la defensa de los inmigrantes a simplemente asegurar que “conocer sus derechos” es tan útil como una curita en una herida de bala. No hay más que ver a Kilmar Ábrego García, residente legal y miembro del sindicato SMART que fue deportado a El Salvador, ¡sólo para ser devuelto a EE.UU. al cabo de tres meses y juzgado por tráfico de personas! Está claro que conocer tus derechos e incluso tener toda la documentación adecuada no es suficiente. Aunque es positivo que se estén llevando a cabo patrullas de “vigilancia de ICE” en las comunidades de inmigrantes, unos cuantos coches cargados de activistas tampoco bastan para perturbar a los militares que asaltan las calles.
Debe haber una respuesta equivalente de nuestra parte. Los trabajadores deben manifestarse como una fuerza real. Cada trabajador tiene interés en levantarse y luchar contra la gestapo de ICE, que está apareciendo en sus lugares de trabajo y llevándose a sus hermanos y hermanas de clase. Los ataques de Trump sólo van a empeorar, y una clase obrera dividida sufrirá las consecuencias. Para todos aquellos que quieran contraatacar, recurran a la clase obrera organizada, que realmente puede poner fin al terror del ICE.
- ¡No a las deportaciones!
- ¡Libertad a todos los detenidos y manifestantes!
- ¡Abajo todos los cargos!
- ¡ICE, la Guardia Nacional y los Marines fuera de Los Ángeles!
- ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!
- ¡Por movilización de la clase trabajadora para detener los ataques de Trump!